EL RITO - CRÍTICA CINEMATOGRÁFICA DE FLAVIO MATEOS
Es algo raro -proveniente de Hollywood-, es verdad, pero a pesar de sus errores (algunos teológicos), podemos decir que, en general, es una película bien orientada y bien lograda, que comienza con una frase de Juan Pablo II en la que se afirma que la existencia del demonio es real, y que termina explicando que en la actualidad el Padre Lucas desempeña su ministerio en la diócesis de Florencia y el Padre Michael Kovak (ya ordenado sacerdote) lo hace en la arquidiócesis de Chicago, ya que la trama es real.
Director: Mikael Hafstrom.
Guión: Michael Petroni, a partir del libro de Matt Baglio.
Fotografía: Ben Davis
Música: Alex Heffes
Intérpretes: Anthony Hopkins, Colin O’Donoghue, Alice Braga, Ciarán Hinds, Toby Jones, Rutger Hauer, Maria Grazia Cucinotta.
Duración: 114 minutos.
Calificación: Apta para mayores de 13 años.
Guión: Michael Petroni, a partir del libro de Matt Baglio.
Fotografía: Ben Davis
Música: Alex Heffes
Intérpretes: Anthony Hopkins, Colin O’Donoghue, Alice Braga, Ciarán Hinds, Toby Jones, Rutger Hauer, Maria Grazia Cucinotta.
Duración: 114 minutos.
Calificación: Apta para mayores de 13 años.
CRÍTICA CINEMATOGRÁFICA DE FLAVIO MATEOS
(Escritor, guionista y crítico de cine)
El Padre Sardá y Salvany cita unos versos referidos al Liberalismo que, “si literalmente podrían ser mejores, no pueden ser, en cambio más verdaderos:
¿Dice que sí? Pues mentira.
¿Dice que no? Pues verdad.
Lo que él llama iniquidad,
Tú como virtud lo mira:
Al que persiga con ira,
Tenle tú por hombre honrado:
Mas evita con cuidado
A cualquiera que él alabe;
Si esto haces, cuanto cabe
Ya le tienes estudiado”.
La Prensa canalla, liberal, revolucionaria, coincide en denigrar, despreciar o ignorar a esta película no porque la misma sea aburrida, mediocre o rutinaria, sino precisamente porque, a pesar de no ser una gran película, tiene una gran virtud que la vuelve, a sus ojos irritante: no es un mero pasatiempo pochoclero, ni una película imbécil de horror, ni un espectáculo efectista, ni una discusión culturosa a lo Bergman o Sokurov, sino que es una buena película que habla de la Fe desde la Fe. Porque a pesar de sus defectos, como dice un amigo nuestro, “es una película católica. Quedan defendidos el Orden Sagrado, la Iglesia, la necesidad de luchar contra el diablo, los viejos exorcistas, etc. Queda refutado el escepticismo, el racionalismo, el hedonismo, la modernidad. Una mirada más teológica tal vez descubra algunos lunares. Pero en general, creo, es un film que confirma en la Fe.” Y así es, y esto es lo que los enemigos de la fe, los imbéciles periodistas incapaces de comprender nada porque no quieren nada que ver con la verdad, los escribas al servicio de la mentira, los opinadores profesionales con diploma y carné de “prensa libre”, no pueden tolerar. Pues bien, la gente –culpa en gran parte de sujetos como ellos- tampoco entiende demasiado, pero al menos con honestidad y sin su malicia ideológica concurre a verla masivamente, haciendo de este film el más taquillero en las últimas semanas. Lo cual significa para ellos la mala noticia de que el cine católico no está muerto.
“El rito”, como toda película, debe ser juzgada por lo que es, no por lo que no es ni ha querido ser. Una vez que comprendemos lo que es, podemos discutir si pudo haber sido mejor o no. Y he aquí lo que se debe entender: “El rito” no es un film de terror; ni del llamado por los periodistas “sub-género de exorcistas”. No es un film hecho para asustar, sino para “esperanzar”. Su aspecto de “thriller”, sus pequeños golpes de efecto para sobresaltar al espectador, el mismo ritual del exorcismo, son los recursos de los que el director se debe servir para tener interesado y atrapado al espectador de hoy, cada vez más cautivo de lo espectacular y ajeno a todo planteo dramático sin la adrenalina de los efectos especiales.
“El rito” es un drama religioso como lo son –con la distancia que hay entre un genio y un simple director- “I Confess” o “The wrong man” de Hitchcock, films que sería imposible realizar en nuestros tiempos y a los cuales endilgarían, como a este, que están pagados por el Vaticano y otras “descalificaciones” por el estilo. Con Hitchcock los críticos prefieren ser elusivos respecto de esos films, porque es un clásico y es mejor no llamar la atención. Hoy la agenda requiere que la prensa del Sistema sea intolerante (sí, con su horror a la intolerancia declamada) con todo lo que es católico.
Es el film mismo quien muestra lo que pudo haber sido, y eligió no ser. Es decir, el camino distinto que tomó respecto de los otros destacables films sobre exorcismos. Veamos: 1) El joven protagonista duda de su fe y practica boxeo, como el Padre Karras en “El Exorcista” de William Friedkin. Sin embargo, no irá por ese lado; el mismo Padre Lucas se referirá a esa película indirectamente, para indicarle (al seminarista y al propio espectador) que no espere ver lo que vio en aquella. De hecho, en medio del primer exorcismo, la escena se corta con un gran anticlímax, cuando al Padre Lucas lo llaman por el celular y debe interrumpir el ritual, que es continuado por el seminarista. El director nos está diciendo que la cosa no va por ese lado: no es un film sobre un terrorífico y espectacular exorcismo. 2) Al Padre Lucas le pasa lo que al sacerdote de “El exorcismo de Emily Rose”; la joven poseída a la que exorciza se le muere. Pero en ésta la historia no se termina allí, habrá otro exorcismo, y exitoso. Nuevamente somos avisados de que la película no sigue por ese camino. 3) El diácono Kovak le dice al demonio que posee a Lucas, violentado por éste y atrapado contra la pared, que “cree en él”, del mismo modo que lo hacía George C. Scott al demonio que lo tenía en igual situación en “El Exorcista III” de William Peter Blatty. Pero luego Kovak le dice que cree en Dios y lo acepta y sabemos que lo dice con Fe. Como se ve, “El rito”, en su catolicidad militante, va más allá de las tres antecesoras, válidas en sí mismas. Respecto de “El Exorcista”, la insuperable película de Friedkin, puede decirse que “El rito” es más explícitamente, más claramente católica, mientras que la otra es una mirada exterior, que disimula sus titubeos teológicos con el brío y la maestría directoral de un agnóstico como Friedkin. En relación al film de Blatty, uno de los que más sobresaltos le causan al espectador, “El rito” deja de lado todo posible arsenal de efectos que lo único que harían sería distraer la atención del tema central de la película. Y a diferencia de “Emily Rose”, “El rito” coloca en un lugar más visiblemente central –al punto de parecer una apología- a la figura del sacerdote, un verdadero arquetipo. En definitiva, es un film que, habiéndose alimentado de sus precedentes, y sin el salto de calidad que sólo un creador o un autor (Friedkin y Gibson lo son, el sueco Hafstrom es sólo un buen director) puede dar a sus films, ha conseguido con inteligencia una victoria en un terreno ya trillado y muy resbaladizo, evitando tanto la frivolidad intrascendente como el film de propaganda descuidado y torpe.
Finalmente, cabe decir que otra cuestión que irrita a los amigos del “cine de horror” es que, como dice uno de estos escribas, “el Mal no es la estrella de la película”. Por supuesto, el protagonista de la película es Dios, y el Diablo no es ese ser superpoderoso que hoy han convertido en el gran protagonista, y hasta el superhéroe, de los films yanquis, y que de tanto asustar hace dudar de la existencia del bien. El diácono Kovak no llega a tener fe porque el Diablo lo asuste, como podría parecer, sino porque Dios le da las gracias necesarias y diríase extraordinarias que requiere en esa batalla. La escena cumbre de la película, no es sólo aquella en que vence al demonio, sino también la que la antecede, cuando la divina Providencia pone unas palabras en boca de una mujer que son un santo y seña entre Dios y él. Pero esto, ¿cómo alguien que sólo espera “cabezas retorcidas y sopa de arveja” lo podría ver?
Una película puede ser importante por su calidad intrínsecamente cinematográfica, al punto de volverse un clásico de referencia ineludible en el arte del cine; puede ser importante por contener una suma de elementos significativos que la convierten en la representación o suma de una determinada visión del mundo, ya sea verdadera o errónea; y puede serlo porque su propuesta es absolutamente contraria al mundo que la recibe, en un contexto que le es desfavorable, cuando ese film es políticamente incorrecto y defiende lo que para el mundo es indefendible.
En el segundo y tercer caso, desde luego, pues en el primero resulta la principal condición, hablamos de films dotados de un nivel mínimo de calidad que los hace transmitir con eficacia o interés, mediante recursos propiamente cinematográficos, aquello que se han propuesto.
“El rito” no es importante por lo primero ni por lo segundo, pero sí lo es por lo tercero. En un mundo donde prácticamente los medios de comunicación y entretenimiento están en manos de los enemigos de Cristo, esta película viene a defender, con valentía y probidad, la Fe, la Iglesia Católica y el Sacerdocio, en una pelea contra el Príncipe de este mundo, que aunque quiera hacer que lo tomen en broma para infestar mejor el mundo a través de innumerables films, no puede evitar que se lo señale, se lo desenmascare y, por lo tanto, que se lo venza. De la única forma posible: con el Nombre de Jesucristo, ante el cual toda rodilla se dobla, aun las de los periodistas que no se han enterado de esa noticia del diario de mañana..
Fuentes: Videoteca Reduco y Stat Veritas.
Visto en Catolicidad
¿Dice que sí? Pues mentira.
¿Dice que no? Pues verdad.
Lo que él llama iniquidad,
Tú como virtud lo mira:
Al que persiga con ira,
Tenle tú por hombre honrado:
Mas evita con cuidado
A cualquiera que él alabe;
Si esto haces, cuanto cabe
Ya le tienes estudiado”.
La Prensa canalla, liberal, revolucionaria, coincide en denigrar, despreciar o ignorar a esta película no porque la misma sea aburrida, mediocre o rutinaria, sino precisamente porque, a pesar de no ser una gran película, tiene una gran virtud que la vuelve, a sus ojos irritante: no es un mero pasatiempo pochoclero, ni una película imbécil de horror, ni un espectáculo efectista, ni una discusión culturosa a lo Bergman o Sokurov, sino que es una buena película que habla de la Fe desde la Fe. Porque a pesar de sus defectos, como dice un amigo nuestro, “es una película católica. Quedan defendidos el Orden Sagrado, la Iglesia, la necesidad de luchar contra el diablo, los viejos exorcistas, etc. Queda refutado el escepticismo, el racionalismo, el hedonismo, la modernidad. Una mirada más teológica tal vez descubra algunos lunares. Pero en general, creo, es un film que confirma en la Fe.” Y así es, y esto es lo que los enemigos de la fe, los imbéciles periodistas incapaces de comprender nada porque no quieren nada que ver con la verdad, los escribas al servicio de la mentira, los opinadores profesionales con diploma y carné de “prensa libre”, no pueden tolerar. Pues bien, la gente –culpa en gran parte de sujetos como ellos- tampoco entiende demasiado, pero al menos con honestidad y sin su malicia ideológica concurre a verla masivamente, haciendo de este film el más taquillero en las últimas semanas. Lo cual significa para ellos la mala noticia de que el cine católico no está muerto.
“El rito”, como toda película, debe ser juzgada por lo que es, no por lo que no es ni ha querido ser. Una vez que comprendemos lo que es, podemos discutir si pudo haber sido mejor o no. Y he aquí lo que se debe entender: “El rito” no es un film de terror; ni del llamado por los periodistas “sub-género de exorcistas”. No es un film hecho para asustar, sino para “esperanzar”. Su aspecto de “thriller”, sus pequeños golpes de efecto para sobresaltar al espectador, el mismo ritual del exorcismo, son los recursos de los que el director se debe servir para tener interesado y atrapado al espectador de hoy, cada vez más cautivo de lo espectacular y ajeno a todo planteo dramático sin la adrenalina de los efectos especiales.
“El rito” es un drama religioso como lo son –con la distancia que hay entre un genio y un simple director- “I Confess” o “The wrong man” de Hitchcock, films que sería imposible realizar en nuestros tiempos y a los cuales endilgarían, como a este, que están pagados por el Vaticano y otras “descalificaciones” por el estilo. Con Hitchcock los críticos prefieren ser elusivos respecto de esos films, porque es un clásico y es mejor no llamar la atención. Hoy la agenda requiere que la prensa del Sistema sea intolerante (sí, con su horror a la intolerancia declamada) con todo lo que es católico.
Es el film mismo quien muestra lo que pudo haber sido, y eligió no ser. Es decir, el camino distinto que tomó respecto de los otros destacables films sobre exorcismos. Veamos: 1) El joven protagonista duda de su fe y practica boxeo, como el Padre Karras en “El Exorcista” de William Friedkin. Sin embargo, no irá por ese lado; el mismo Padre Lucas se referirá a esa película indirectamente, para indicarle (al seminarista y al propio espectador) que no espere ver lo que vio en aquella. De hecho, en medio del primer exorcismo, la escena se corta con un gran anticlímax, cuando al Padre Lucas lo llaman por el celular y debe interrumpir el ritual, que es continuado por el seminarista. El director nos está diciendo que la cosa no va por ese lado: no es un film sobre un terrorífico y espectacular exorcismo. 2) Al Padre Lucas le pasa lo que al sacerdote de “El exorcismo de Emily Rose”; la joven poseída a la que exorciza se le muere. Pero en ésta la historia no se termina allí, habrá otro exorcismo, y exitoso. Nuevamente somos avisados de que la película no sigue por ese camino. 3) El diácono Kovak le dice al demonio que posee a Lucas, violentado por éste y atrapado contra la pared, que “cree en él”, del mismo modo que lo hacía George C. Scott al demonio que lo tenía en igual situación en “El Exorcista III” de William Peter Blatty. Pero luego Kovak le dice que cree en Dios y lo acepta y sabemos que lo dice con Fe. Como se ve, “El rito”, en su catolicidad militante, va más allá de las tres antecesoras, válidas en sí mismas. Respecto de “El Exorcista”, la insuperable película de Friedkin, puede decirse que “El rito” es más explícitamente, más claramente católica, mientras que la otra es una mirada exterior, que disimula sus titubeos teológicos con el brío y la maestría directoral de un agnóstico como Friedkin. En relación al film de Blatty, uno de los que más sobresaltos le causan al espectador, “El rito” deja de lado todo posible arsenal de efectos que lo único que harían sería distraer la atención del tema central de la película. Y a diferencia de “Emily Rose”, “El rito” coloca en un lugar más visiblemente central –al punto de parecer una apología- a la figura del sacerdote, un verdadero arquetipo. En definitiva, es un film que, habiéndose alimentado de sus precedentes, y sin el salto de calidad que sólo un creador o un autor (Friedkin y Gibson lo son, el sueco Hafstrom es sólo un buen director) puede dar a sus films, ha conseguido con inteligencia una victoria en un terreno ya trillado y muy resbaladizo, evitando tanto la frivolidad intrascendente como el film de propaganda descuidado y torpe.
Finalmente, cabe decir que otra cuestión que irrita a los amigos del “cine de horror” es que, como dice uno de estos escribas, “el Mal no es la estrella de la película”. Por supuesto, el protagonista de la película es Dios, y el Diablo no es ese ser superpoderoso que hoy han convertido en el gran protagonista, y hasta el superhéroe, de los films yanquis, y que de tanto asustar hace dudar de la existencia del bien. El diácono Kovak no llega a tener fe porque el Diablo lo asuste, como podría parecer, sino porque Dios le da las gracias necesarias y diríase extraordinarias que requiere en esa batalla. La escena cumbre de la película, no es sólo aquella en que vence al demonio, sino también la que la antecede, cuando la divina Providencia pone unas palabras en boca de una mujer que son un santo y seña entre Dios y él. Pero esto, ¿cómo alguien que sólo espera “cabezas retorcidas y sopa de arveja” lo podría ver?
Una película puede ser importante por su calidad intrínsecamente cinematográfica, al punto de volverse un clásico de referencia ineludible en el arte del cine; puede ser importante por contener una suma de elementos significativos que la convierten en la representación o suma de una determinada visión del mundo, ya sea verdadera o errónea; y puede serlo porque su propuesta es absolutamente contraria al mundo que la recibe, en un contexto que le es desfavorable, cuando ese film es políticamente incorrecto y defiende lo que para el mundo es indefendible.
En el segundo y tercer caso, desde luego, pues en el primero resulta la principal condición, hablamos de films dotados de un nivel mínimo de calidad que los hace transmitir con eficacia o interés, mediante recursos propiamente cinematográficos, aquello que se han propuesto.
“El rito” no es importante por lo primero ni por lo segundo, pero sí lo es por lo tercero. En un mundo donde prácticamente los medios de comunicación y entretenimiento están en manos de los enemigos de Cristo, esta película viene a defender, con valentía y probidad, la Fe, la Iglesia Católica y el Sacerdocio, en una pelea contra el Príncipe de este mundo, que aunque quiera hacer que lo tomen en broma para infestar mejor el mundo a través de innumerables films, no puede evitar que se lo señale, se lo desenmascare y, por lo tanto, que se lo venza. De la única forma posible: con el Nombre de Jesucristo, ante el cual toda rodilla se dobla, aun las de los periodistas que no se han enterado de esa noticia del diario de mañana..
Fuentes: Videoteca Reduco y Stat Veritas.
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