sábado, 1 de octubre de 2011

PONDRÉ ENEMISTAD ENTRE LA MUJER Y LA BÁSCULA






Y Dios pobló la Tierra con espinacas, coliflores, acelgas, y todo tipo de verduras del campo, para que el Hombre y la Mujer pudieran alimentarse y llevar una vida sana.

Y entonces el Maligno creó McDonald's. Y McDonald's creó el Big Mac.

Y Satanás dijo al Hombre:
- ¿Lo quieres con patatas y Coca Cola?

Y el Hombre dijo:
- Tamaño grande.

Y el Hombre engordó.

Y Dios dijo:
- Haya yoghurt, para que la Mujer conserve la silueta que he creado con la costilla del Hombre. Y Satanás creó el chocolate. Y la Mujer engordó. Y creó Dios las ensaladas, y el aceite de oliva. Y vio que estaba bien. Y Satanás hizo el helado. Y la Mujer engordó.

Y Dios dijo:
- Mirad que os he dado frutas en abundancia, ponerlas nombre y que os sirvan de alimento.

Y Satanás inventó los huevos revueltos con tocino. Y el Hombre engordó, y su colesterol malo se fue por las nubes.

Y creó Dios las zapatillas deportivas, y el Hombre decidió correr, para perder los kilos de más. Y Satanás concibió la televisión por satélite. Y agregó el mando a distancia, para que el Hombre no tuviese que cambiar de canal con el sudor de su frente. Y el Hombre engordó.

Y Satanás dijo a la Mujer:
- Son apetecibles a la vista del Hombre unos aperitivos.

Y la Mujer le acercó al Hombre patatitas fritas, palitos salados, cortezas, chorizo y una cervecita. Y el Hombre, aferrado al mando a distancia, comió de los aperitivos ricos en colesterol que la Mujer le ofrecía y se tomó otra cervecita. Y vio Satanás que estaba bien. Y el Hombre llegó a tener las coronarias obstruidas.

Y dijo Dios:
- No es bueno que el Hombre tenga un infarto.
Y entonces creó el cateterismo y la cirugía cardiovascular, y las unidades coronarias.

Y Satanás creó la Seguridad Social y las listas de espera.

Y entonces dijo Dios; "Que os den"...y creó a los políticos

Va’, pensiero, sull’ali dorate” (“Vuela, pensamiento, sobre alas doradas”)

Va’, pensiero, sull’ali dorate” (“Vuela, pensamiento, sobre alas doradas”) es el coro que cantan los esclavos hebreos que languidecen bajo la opresión de los caldeos, en la ópera verdiana “Nabucco”, que se estrenó en 1842. Verdi, compositor romántico de ópera nació en el ducado de Parma en 1813 y murió en Milán en 1901.
Se convierte pronto en el organista de la iglesia de su pueblo. Intenta entrar en el conservatorio de la ciudad de Milán pero no lo consigue.
Se puede decir que sus primeros éxitos están relacionados con la situación política que se vivía en Italia. Aparte de su calidad artística, sus óperas servían además para exaltar el carácter nacionalista del pueblo italiano. Quizás el Va pensiero (coro de los esclavos de la ópera Nabucco) es uno de los coros más conocidos de Italia por esta razón. De esta forma, Verdi triunfa en Milán. 
Durante la primera mitad del siglo XIX, Austria dominaba el norte de Italia, Nabucco expresaba la exaltación del nacionalismo de la época. En el funeral de Verdi Arturo Toscanini y un coro de 800 personas entonaron el  ”Va Pensiero”.







viernes, 30 de septiembre de 2011

SAN JERONIMO PREBISTERO Y DOCTOR, ( patrono de Cordoba y Santa Fe Argentina)

Autor: P. Ángel Amo | Fuente: Catholic.net
Jerónimo, Santo
Doctor de la Iglesia, Septiembre 30
 
Jerónimo, Santo

Doctor de la Iglesia

Martirologio Romano: Memoria de san Jerónimo, presbítero y doctor de la Iglesia, que, nacido en Dalmacia, estudió en Roma, cultivando con esmero todos los saberes, y allí recibió el bautismo cristiano. Después, captado por el valor de la vida contemplativa, se entregó a la existencia ascética yendo a Oriente, donde se ordenó de presbítero. Vuelto a Roma, fue secretario del papa Dámaso, hasta que, fijando su residencia en Belén de Judea vivió una vida monástica dedicado a traducir y explanar las Sagradas Escrituras, revelándose como insigne doctor. De modo admirable fue partícipe de muchas necesidades de la Iglesia y, finalmente, llegando a una edad provecta, descansó en la paz del Señor (420).

Etimología: Jerónimo = Aquel que lleva nombre santo, viene del griego
El IV siglo después de Cristo, que tuvo su momento importante en el 380 con el edicto del emperador Teodosio que ordenaba que la fe cristiana tenía que ser adoptada por todos los pueblos del imperio, está repleto de grandes figures de santos: Atanasio, Hilario, Ambrosio, Agustín, Crisóstomo, Basilio y Jerónimo.

Este último nació en Estridón (Dalmacia) hacia el año 340; estudió en Roma y allí fue bautizado. Su espíritu es enciclopédico: su obra literaria nos revela al filósofo, al retórico, al gramático, al dialéctico, capaz de pensar y escribir en latín, en griego, en hebreo; escritor rico, puro y robusto al mismo tiempo. A él se debe la traducción al latín del Antiguo y del Nuevo Testamento, que llegó a ser, con el titulo de Vulgata, la Biblia oficial del cristianismo.

Jerónimo es de una personalidad fortísima: en cualquier parte a donde va suscita entusiasmos o polémicas. En Roma fustiga los vicios y las hipocresías y también preconiza nuevas formas de vida religiosa, atrayendo a ellas a algunas mujeres influyentes patricias de Roma, que después lo siguen en la vida eremítica de Belén.

La huída de la sociedad de este desterrado voluntario se debió a su deseo de paz interior, no siempre duradero, porque de vez en cuando reaparecía con algún nuevo libro. Los rugidos de este “león del desierto” se hacían oír en Oriente y en Occidente. Sus violencias verbales iban para todos. Tuvo palabras duras para Ambrosio, para Basilio y hasta para su amigo Agustín que tuvo que pasar varios tragos amargos. Lo prueba la correspondencia entre los dos grandes doctores de la Iglesia, que se conservan casi en su totalidad. Pero sabía suavizar sus intemperancias de carácter cuando el polemista pasaba a ser director de almas.

Cuando terminaba un libro, iba a visitar a las monjas que llevaban vida ascética en un monasterio no lejos del suyo. El las escuchaba, contestando sus preguntas. Estas mujeres inteligentes y vivas fueron un filtro para sus explosiones menos oportunas y él les pagaba con el apoyo y el alimento de una cultura espiritual y biblica. Este hombre extraordinario era consciente de sus limitaciones y de sus propias faltas. Las remediaba dándose golpes de pecho con una piedra. Pero también se daba cuenta de sus méritos, tan es así que la large lista de los hombres ilustres, de los que hizo un breve pero precioso resumen (el De viris illustribus) termina con un capítulo dedicado a él mismo. Murió a los 72 años, en el 420, en Belén.

martes, 27 de septiembre de 2011

EL MORMON SIGUE EL EJEMPLO DEL FUNDADOR DE LA SECTA



5. Mormón fundamentalista polígamo explica su vida en un libro.
FUENTE: BBC Mundo

Joe Darger tiene tres esposas y 24 hijos. La familia vive en una casa de diez habitaciones situada en un barrio de Salt Lake County, en Utah, EE.UU., y vivían con la mayor discreción posible. Hasta ahora, que la familia decidió publicar el libro Love Times Three (Amor por triplicado) para defender su modo de vida y reclamar que la poligamia deje de ser un delito castigado con penas de cárcel. Así lo cuenta Emma Reverter en un artículo publicado en BBC Mundo, con el título “Tres bodas y un polígamo”, y que reproducimos a continuación.
Los Darger son mormones fundamentalistas, una rama que se independizó de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días (IJSUD), conocida popularmente como mormones, cuando éstos en 1890 aprobaron un manifiesto que ponía fin a los matrimonios plurales. En la actualidad la IJSUD, que tiene su sede en Salt Lake City, prohíbe la poligamia y expulsa a los miembros que la practican.
“De hecho para nosotros sería más fácil vivir en otro sitio que no fuera Utah porque el resto de mormones nos mira mal”, explicó Joe DargerBBC Mundo mientras cenaba con sus tres esposas -AlinaVicki y Valerie- en un restaurante japonés de Manhattan.
“Somos adultos”
“Somos adultos que de una forma libre hemos elegido tener un estilo de vida que es una parte esencial de nuestra religión; solo pedimos que el estado no se meta en nuestras camas”. A diferencia de la mayoría de los polígamos, que van aumentando el número de esposas con el paso de los años, Joe Darger empezó a salir con Alina y Vicki a la vez, y se casaron el mismo día. Debido a la imposibilidad de casarse legalmente con más de una mujer, sólo celebró matrimonio civil con Alina, mientras que Vicki pasó a ser su esposa espiritual. Joe y Alina Darger tenían veinte años. Vicki, diecinueve.
Valerie se unió a la familia diez años después, tras ser durante años la quinta esposa de otro hombre y tener cuatro hijos con él. Pero eso no es todo: es la hermana gemela de Vicki. Entre todos suman veinticuatro hijos, diez automóviles, once computadoras, diez lavadoras diarias y casi 1.000 dólares semanales en comida. La hija mayor (de Alina) se casó hace unos meses y, de momento, está en una relación monógama.
“Dice que está demasiado enamorada para compartir a su marido con otra mujer y si se siente así está haciendo lo correcto”, indica Alina. “Nosotros queremos que no sientan miedo o vergüenza si apuestan por una relación polígama pero que se sientan libres de hacer lo que quieran”, añade.

Algunos de los hijos estudian en la universidad y en escuelas públicas. La hija pequeña tiene menos de un año. Alina, Vicki y Valerie tienen habitaciones de matrimonio y se reparten las noches que pasan con Joe. “Nos toca una noche cada tres días; los días que estoy sola aprovecho para leer”, indica Valerie.
Relaciones clandestinas
Los Darger creen que cuando terminen de promocionar el libro y vuelvan a Utah muy probablemente serán investigados. “Aunque nadie sabe la cifra exacta, en Estados Unidos hay más de 40.000 polígamos y las autoridades hacen la vista gorda siempre y cuando vivamos con discreción”, indica Joe Darger, quien afirmó que “he decidido que no me voy a esconder más”.
Los Darger no quisieron dar sus nombres reales cuando en 2006 una periodista experta en poligamia del periódico The Salt Lake TribuneBrooke Adams, les pidió una entrevista. Dos años más tarde decidieron llamarla para que los ayudara a escribir el libro de su vida. En una conversación telefónica con BBC Mundo, Adams explicó que “es importante no caer en estereotipos porque hay muchos modelos de relaciones polígamas” y describió a los Darger como“una familia muy unida, feliz y cariñosa”.
En los últimos años los Darger han mejorado su relación con los trabajadores sociales de Utah.
“En la actualidad Salt Lake City tiene muchos inmigrantes polígamos, musulmanes en su mayoría, y nosotros podemos asesorar a los asistentes sociales sobre esta cuestión”, explicó Darger.
Comentarios en la escuela
Lisa, la hija de 16 años de los Darger, fue autorizada por sus padres para compartir con BBC Mundo su mayor preocupación: lo que dirán en su colegio. “Supongo que mis compañeros de clase esta semana habrán visto a mis padres en programas de televisión y cuando regrese al instituto tendré que soportar todo tipo de comentarios”.
“A diferencia de otros colectivos, como los homosexuales, los polígamos no pedimos que nuestras múltiples bodas sean legales porque entendemos que es complicado, solo pedimos que no sean un delito”, puntualiza Joe DargerJonathan Turley, profesor de derecho en la George Washington University, indicó a BBC Mundo que las leyes que penalizan la poligamia son“contradictorias”.
“En la actualidad los ciudadanos pueden tener amantes y también hijos con sus amantes, y el estado no persigue este tipo de relaciones”, recuerda el académico, para el que no tiene sentido que al mismo tiempo se persiga a aquellos que sin pedir una licencia matrimonial llamen esposas a las madres de sus hijos. “Salvo en casos de abusos de menores y novias menores de edad estas relaciones privadas no deberían constituir delito”.
La IJSUD no opina lo mismo. En su página web oficial remarca que desde 1890 rechaza el matrimonio plural y “cualquier miembro que adopte esta práctica se arriesga a ser expulsado de la Iglesia”. La oficina del fiscal general de Utah, Mark Shurtleff, indica que la poligamia es ilegal en el Estado pero que, sin embargo, “están centrando sus esfuerzos en crímenes que se cometen en comunidades polígamas y que guardan relación con abuso de menores, violencia doméstica o fraude”.

Mormones y cultura pop
La serie de televisión Big Love (Gran Amor, en inglés), sobre una familia de mormones fundamentalistas independientes compuesta por un hombre y tres mujeres, o el reality Sister Wives (Hermanas Esposas), que sigue el día a día de las esposas de un polígamo mormón fundamentalista, son algunos ejemplos de cultura pop que se interesa por este grupo. En Broadway triunfa desde hace meses el musical The Book of Mormon (El libro de mormón), sobre misioneros mormones.
El ex-gobernador Mitt Romney, miembro de la IJSUD y uno de los pre-candidatos presidenciales republicanos, también ha contribuido a aumentar el interés mediático hacia esta organización y a otros grupos que siguen denominándose mormones

lunes, 26 de septiembre de 2011

EL PRIMER ENCUENTRO DEL DEMONIO CON EL GENERO HUMANO

  Espolon

La serpiente, que era el más astuto de todos los animales del campo que Jahvé Dios había hecho, dijo a la mujer:  ¿ Como es que Dios ha mandado : " No comaís de ningun árbol del jardin" ? Respondió la mujer a la serpiente: Podemos comer del fruto de los árboles del jardín; mas del fruto del árbol que está en el medio del jardín , a dicho Dios: "No comaís de él , ni lo toqueís, no sea que murais".

La serpiente no un ser fantástico, sino una verdadera serpiente, de la cual se sirvió el diablo , el cual en el Apocalipsis se llama " la antigua serpiente. Algunos como p. ej. Ceuppens, prefieren entender directamente el diablo en forma de serpiente. Los antiguos creían que tenía patas ( cf. las representaciones en las catacumbas) y que era semejante al dragón, que en la antiguedad llevaba también el nombre de serpiente.

En la serpiente  apareció Satanás por primera vez como ángel de luz  ( II Cor. 11, 14). táctica que desde entonces usa con creciente éxito. El  más astuto, en este caso de un modo especial, por ser el diablo. sobre el caracter mentiroso y envidioso de este enemigo número 1 del genero humano. Es el padre de la mentira, lo cual podemos ver como donde se maravilla de un precepto de un precepto que cita en forma exagerad, pues Dios no dijo: " no comáis de entre ningún árbol del jardin". Otros traducen: " No comáis de todos los árboles ", pero " no- todo" significa en hebreo " ninguno" . El diablo se dirije a Eva, aprovechando la curiosidad y flaqueza de la mujer y su influencia  sobre el marido. El hecho de que la serpiente hablase como un ser racional no extrañaba a Eva, porque antes de la caida Adan y Eva vivian como niños, y toda la naturaleza que los rodeaba era para ellos un milagro  de manera que practicamente  no atendían a la diferencia  entre lo natural y milagroso .
 El  p. Páramo explica este fenómeno psicológico que tan hábilmente aprovecha el diablo, citando las palabras de San Cirilo, quien dice que Eva, como acababa de salir de las manos de Dios , puedo encontrar en duda de si habría algún animal más perfecto que los otros, que pudiese hablar ; o si acaso le hablaba algún ángel por medio de la serpiente, sin conocer que fuese bueno o malo. Es de notar que Satanás no pronuncia el nombre de Yahvé  ( Señor), sino solamente el de Elohim  ( Dios ), lo mismo que Eva en la repuesta , mientras que en toda esta narración el nombre de Dios es Yahvé Elohim  ( Yahvé Dios ).

La repuesta de Eva muestra pleno conocimiento del precepto de Dios, pero agrega: " ni lo toquéis", lo cual Dios no había dicho.
La serpiente viendo la debilidad de Eva, va más lejos, tachando de mentiroso al mismo Dios, y prometiendo más cosas que el Creador: inmortalidad, omnisciencia, felicidad absoluta,y ante todo igualdad con Dios. Der ninguna manera moriréis: mentira sarcástica.
Eva toma la palabra en otro sentido que el tentador maligno. Conocedores del bien y del mal: estas palabras  pueden  significar dos cosas: conoceréis todas las cosas, las buenas y las malas; o sabréis la diferencia entre lo bueno y lo malo. Otra forma de carcasmo diabólico; pues esto se realizó, pero muy de otra manera. El diablo no sospechaba que el ansia del mismo Dios consistía precisamente en otorgar a los hombres su propia vida divina, pero no por vía de rebelión, sino por vía de obediencia a su mandato. Notamos ya en este primer encuentro del diablo con el hombre el signo caracteristico de toda rebeldía contra Dios, esa contradicción esencialmente diabólica, que consiste no ya sólo en la monstruosa ingratitud de aprovechar un don para ofender al donante, sino en la indecible estupides de pretender que somos algo frente al que nos sacó de la nada.
Tal fué la actitud de los ángeles rebeldes, y tal fué igualmente el movíl del primer pecado del genero humano, cometido bajo los auspicios del diablo.Otra caracteristica, no menos significativa, se revela en esta primera aparición de Satanás en el escenario de la tierra: su audacia de penetrar en el jardín de Dios, el paraíso, y lllevar su ataque contra el mismo centro del Reino de Dios que eswtaba en sus primeros comienzos. De la misma manera se metió también en el colegio más santo del mundo, el de los Apóstoles, por medio de su representante Judas. Estemos seguro que el enorme éxito que tuvo con este métodole ha inducido a seguirlo y a perfeccionarlo. Por eso, si queremos localizar a Satanás, no hemos de buscarle en el desierto, sino metido en los centros y en los puntos neuralgicos y bien disfrazado como "ángel de luz" ( II Cor.. 11,14). Solamente así  se explica el misterio de la apostasía bajo formas de piedad, de la cual habla San Pablo en II Tes.2,3

fuente.la biblia

domingo, 25 de septiembre de 2011

EL TESTIMONIO DE NUESTRA ESPERANZA

ESPECIALES DE CRISTIANDAD CON EL P. CERIANI – 3º DIA: APOCALIPSIS – EL PLAN DE LAS EDADES (Texto y Audio)

Domingo 25 septiembre 2011
por Radio Cristiandad
LA EDAD CRISTIANA
O EL AION DEL MISTERIO DE LA IGLESIA
Basado en la obra del Padre Antonio Van Rixtel:
EL TESTIMONIO DE NUESTRA ESPERANZA

Audio del especial:
Para escuchar:
Para guardar en su computadora: Click aquí

La opinión evolucionista no tiene fundamento; tomó cuerpo en el siglo V y se basa en interpretaciones alegóricas.
Esta opinión se mantiene a través de los siglos con cierta uniformidad en su aspecto negativo, por cuanto todos concuerdan en negar que el triunfo de Cristo y de su Iglesia haya de venir después de la destrucción del Anticristo y la Restauración de Israel.
Pero en lo que se refiere a su argumentación positiva, cuando se trata de probar que la Iglesia en la presente edad es el Reino Mesiánico, no presentan ninguna unidad.
Las profecías que se refieren al triunfo de la Iglesia en la presente edad señalan un crecimiento de la iniquidad que culminará con la apostasía.
Y vemos que la historia va confirmando esta visión profética.
Estamos muy lejos, después de veinte siglos de cristianismo, de ver algún país en el cual el Reino de Cristo sea efectivo, y ni siquiera se vislumbra en el futuro una semejante realización, sino más bien lo contrario.
El enfriamiento de la caridad y la creciente apostasía son las señales que nos avisan que tenemos que levantar la cabeza y avivar nuestra esperanza en la pronta intervención de Cristo.
Algo semejante les pasó a los de la antigua Sinagoga: interpretaron alegóricamente todas las profecías que anunciaban el aspecto humilde de la Venida del Mesías, y pasaron por alto aquellas que enunciaban la ceguera que amenazaba a Israel, acomodando así las Profecías a su “gloriosa tradición”. Así condujeron al pueblo judío a aquella espantosa impiedad y apostasía, que los llevó a rechazar y crucificar a Jesús, Rey de los Judíos.
El misterio de la Venida de Cristo ha sido siempre una dificultad grandísima en la interpretación de las profecías: queda siempre la difícil tarea de separar bien los elementos de la palabra profética que se refieren a la Segunda Venida gloriosa de Cristo para no aplicarlos, equivocadamente, a su Primera Venida.
Los judíos tropezaron. Que sirva de advertencia para nosotros: no alegoricemos las profecías acerca de la Segunda Venida de Cristo.
El ejemplo de Israel es pues un aviso a fin de que guardemos fielmente la palabra profética, escudriñándola con humildad, para no caer en semejante ceguera, la cual repentinamente podría causar nuestra ruina. Además, la Palabra profética misma nos avisa que muchos misterios que se refieren al Reino han de quedar sellados hasta el fin de los tiempos, hasta cuando estén por cumplirse.
¿Habrán llegado estos tiempos? ¿Habrán de abrirse los sellos? Según el Cardenal Billot, el estado del mundo actual se acerca cada vez más al que nos describen Jesús y los Apóstoles para los últimos tiempos. Los últimos Papas se han expresado varias veces del mismo modo. Y ya que nadie nos puede asegurar lo contrario, tenemos motivos de sobra para redoblar nuestras tentativas en el escudriñamiento de las profecías, sabiendo que aún muchas cosas nos quedan por resolver.
Existe un plan de edades que la Sabiduría divina se había propuesto en Jesucristo, y que desde el principio de las edades estaba encubierto en Dios, y que San Pablo, por orden divina, ha de revelar entre los gentiles (Efesios 3: 8-12) [plan de edades = præfinitionem sæculorum].
Dios tiene un plan de Redención; y este plan, según la figura de la semana de la creación, se desarrolla en varias edades.
Se distinguen siete edades:
1ª) edad de la inocencia;
2ª) edad antediluviana;
3ª) la edad postdiluviana;
4ª) la edad patriarcal;
5ª) la edad mosaica;
6ª) la edad cristiana, o el aion del misterio de la Iglesia, que termina con la gran tribulación y la Venida del Señor para destruir al Anticristo. Nadie duda que ahora estamos en esta edad. Cristo mismo la llama la última hora, del poder de las tinieblas.
7ª) o el aion de la manifestación, que termina con la última impostura y el juicio delante del gran Trono Blanco, es lo que ha de venir todavía.
Al fin de la séptima edad el mismo Hijo entregará el Reino al Dios y Padre. Entonces comenzará la octava edad en los nuevos cielos y la nueva tierra.
La Iglesia ocupa un lugar único en el plan de Dios con respecto a la Redención del mundo.
La palabra Ecclesia (del griego ekkaleo = elegir, apartar) significa una congregación de hombres apartados, entresacados de entre la gran muchedumbre. De ahí que se llama a los fieles de la Iglesia “los elegidos”.
Una iglesia que recibe y abarca a todos los hombres es una contradicción “in terminis”.
Esta elección se inicia con un fin bien determinado y termina cuando el fin ha sido alcanzado. Circunscribe, pues, un tiempo fijo.
Además tenemos que distinguir entre la Iglesia como congregación y la Iglesia como instrumento de congregación.
Aquel que proyecta una congregación para un fin determinado, debe también equipar a esta congregación con la autoridad y los medios necesarios para alcanzar ese fin.
Así que la Iglesia de Cristo no es solamente una congregación de elegidos, sino también un instrumento de congregación. Podemos y debemos distinguir entre la Iglesia como institución divina (mediante la cual el Espíritu Santo congrega en un cuerpo a todos los hijos dispersos de Dios), y este mismo cuerpo místico congregado.
La misión de la Iglesia abarca el tiempo que transcurre entre la ruina y la restauración de Israel. Cumplida su misión de haber congregado un pueblo consagrado al nombre de Cristo, será reedificado el Tabernáculo de David a fin de que, por la realización del Reino Mesiánico, busquen al Señor todas las demás naciones.
La conversión de todas las naciones no es, pues, la tarea de la Iglesia en la presente edad.
En la presente edad la Iglesia no ha de reinar sobre el mundo, sino que debe congregar a la Esposa de Jesús de entre las naciones.
Creemos que la raíz de la confusión antimilenista es la falta de distinción entre la Redención y la manifestación de esta Redención.
Así, la Iglesia no desea la redención del mundo para que Jesús venga otra vez (como dicen los antimilenistas), sino que la Iglesia desea ardientemente la Venida de Jesús para que el mundo sea redimido, mediante la restauración de Israel y la realización del Reino Mesiánico.
La Iglesia, constituida por Cristo como instrumento de congregación, santificación y gobierno de los hijos dispersos de Dios, es la encargada de tomar de entre las naciones un pueblo para su Nombre.
En la presente edad, la Iglesia como Cuerpo y como Esposa de Cristo, lejos de ser aquella que reina y ha de reinar antes que Él venga, es una compañera en el sufrimiento de su Desposado.
La Iglesia no ha de reinar ahora sobre el mundo puesto que es entresacada del mundo. No ha sido encargada de conquistar al mundo.
No hay ningún texto en las Escrituras que demuestre que la Iglesia ha sido encargada de conquistar al mundo, o que en la presente edad obtendrá un dominio espiritual que abarcaría a todas las naciones.
La Iglesia jamás convertirá al mundo, como tampoco puede convertir a Satanás, el príncipe de este mundo.
Lejos de encargar a su Iglesia la conquista del mundo, Cristo le manda predicar la Buena Nueva del Reino en testimonio a las naciones, para que aquel que creyere y recibiere el Bautismo, sea apartado del mundo.
Resulta pues:
a) que no nos ha sido encargada la conquista del mundo;
b) que Jesús nos avisa, expresamente, que tal cosa no acontecerá en la presente edad;
c) que Jesús nos manda, repetidamente y del modo más solemne, que no esperemos la realización del Reino Mesiánico, sino la vuelta del Señor para que realice este Reino.
La tarea de la Iglesia no está en llevar todo el mundo a Cristo, sino indudablemente en hacer conocer a Cristo a todo el mundo. Desde su fundación, la Iglesia ha recibido el mandato no de conquistar al mundo, sino de evangelizarlo.
No se trata de cruzarse de brazos en una espera estéril de la Venida del Señor, sino de ser dóciles instrumentos en las manos del Espíritu Santo con el fin de apresurar la congregación y presentación de la Esposa.
Querer redimir al mundo y querer fundar en la presente edad el Reino espiritual que abarque todas las naciones, es usurpar la tarea que el Padre tiene reservada para su Hijo.
La realización del Reino Mesiánico, en el cual el Reino de este mundo ha de ser del Señor, supone la destrucción del misterio de iniquidad y la encadenación de Satanás, príncipe de este mundo.
En el pacto de Dios con Adán, después de la caída (Génesis 3: 14-15) fue prometida la destrucción final de Satanás por medio de la simiente de la mujer. Desde aquel momento, Satanás entabla una gigantesca lucha contra la obra de Dios, tratando siempre de conducir a los hombres a la apostasía, es decir, a la incredulidad en la promesa de la Salvación.
El Nuevo Testamento denomina la obra de Satanás “misterio de iniquidad” (II Tesalonicenses 2: 7). La palabra “misterio” indica, justamente, la relación encubierta entre la iniquidad y el plan de Dios (II Colosenses 4: 4).
El misterio de iniquidad, que encubre el Evangelio para los que están en camino de perdición, es a la vez el crisol de la fe para los que creen en Cristo. Pues la manifestación de la iniquidad en el mundo, y especialmente entre los cristianos, constituye la prueba más profunda y difícil, al tiempo que la ocasión preciosa, para la fe de aquellos que todo lo esperan del Señor.
La iniquidad, obra de Satanás, está al servicio del Señor. ¡Sabiduría grande ésta! Pues sólo aquel que posee esta sabiduría puede comprender cómo la manifestación del misterio de iniquidad, que penetra entre los cristianos, lejos de debilitar nuestra fe, la purifica y la confirma.
Desde el momento en que el delito de los judíos vino a ser la ocasión de salud para los gentiles, hemos entrado en la sexta edad, la “última hora” (I San Juan 2: 18) en la cual Satanás dirige todas las fuerzas de su poderío diabólico contra la Iglesia, tratando de impedir su obra desde fuera, y paralizarla desde adentro.
El misterio de iniquidad se presenta como el Misterio del Anticristo. Este misterio se manifiesta en el espíritu de apostasía con que Satanás, ya desde el principio, penetra y obra dentro de la Iglesia atribulándola grandemente (I San Juan 2: 18-28; II Tesalonicenses 2: 7-8). Este misterio se descubrirá plenamente en la persona del Anticristo, cuya venida será, según la operación de Satanás, al fin de la presente edad.
Pues cuando Satanás sea arrojado a la tierra, sabiendo que le queda poco tiempo, desencadenará la gran tribulación de la tierra (Apocalipsis 12: 7-12).
Pero la Iglesia escapará a esta gran tribulación, pues la Esposa de Cristo será arrebatada al encuentro de Él en los aires.
Mientras la Iglesia se prepara en los cielos para las Bodas del Cordero, se desarrolla en la tierra el misterio de la manifestación del Anticristo.
Cuando el Anticristo llegue al colmo de su poder, entonces se manifestará Cristo con sus Santos, y Él lo destruirá con el aliento de su Boca y con el resplandor de Su Presencia.
Así se consumará la sexta edad, la última hora, y se iniciará la séptima. En aquellos tiempos vendrá el Reino de Cristo con sus Santos: el glorioso misterio de la manifestación de los hijos de Dios, que renovará la faz de la tierra.
Cristo reinará, y su Esposa se sentará sobre su Trono y reinará con Él sobre las doce tribus de Israel restaurada.
A Satanás, príncipe de este mundo, le será quitado el poder, por mil años, y será encadenado en el abismo, para ser soltado al fin de esta séptima edad por muy poco tiempo.
En esta lucha de Satanás contra Dios, las Sagradas Escrituras encuadran así el misterio de la Iglesia de Cristo, escondido desde el principio de las edades, pero puesto a la luz de los ojos de todos en esta sexta edad, la última hora del poder de Satanás sobre el mundo, la última fase que precede a la realización del Reino Mesiánico.
Ahora la Iglesia es atribulada y acrisolada por las tentativas del Maligno. Pero ¡confianza! pues “Yo he vencido al mundo”, dice Jesús. Su victoria será la nuestra y el Dios de la paz quebrantará en breve a Satanás debajo de nuestros pies (Romanos 16: 20).
¿Cómo es posible afirmar que la Iglesia es la llamada a conquistar el mundo, llegando a una dominación espiritual que abarque a todas las naciones, si el mismo Jesús nos enseña explícitamente, y sin lugar a dudas, lo contrario en la parábola de la cizaña?
¿Qué otra enseñanza se puede sacar de esta parábola, sino la de que la pequeña grey de verdaderos fieles ha de estar mortificada, acrisolada por la continua y creciente infiltración de los hijos del maligno entre la colectividad cristiana?
Aunque es doloroso decirlo, el completo olvido de esta enseñanza entre la gran mayoría de los cristianos es una de las pruebas más palpables de la verdad que Cristo anunció.
La parábola de la levadura no puede significar el desarrollo y la penetración del Evangelio en las masas del mundo, mediante la labor de la Iglesia, sino que simboliza la infiltración de la corrupción entre los cristianos.
No hay ni un texto en las Escrituras en que el símbolo de la levadura tenga un buen sentido. La levadura es símbolo de malicia y de mala doctrina:
- la levadura de los fariseos es la mala doctrina de los formalismos y prácticas exteriores;
- la levadura de los saduceos es el espíritu escéptico del hombre inflado frente a todo lo sobrenatural y a las Escrituras;
- la levadura de los herodianos es el espíritu mundano que contemporiza la religión con las normas del mundo, arrastrando a los cristianos en los negocios temporales.
Terminantemente se nos enseña no sólo que el mundo no mejorará poco a poco, sino que, por el contrario, irá obrando el misterio de iniquidad en el seno de la Cristiandad.
Éste es el significado invariable de la levadura como símbolo en las Escrituras.
La verdadera doctrina (alimento de los hijos del Reino, San Mateo 4: 4; I Timoteo 4: 6; I Pedro 2: 2) por la sutil actividad de Satanás, será mezclada de un modo lento y progresivo con la falsa y completa doctrina de los hijos del maligno, representada en la cizaña. Este hecho, bien triste y desagradable, es el contenido del misericordioso y alarmante aviso de las parábolas con que Jesús quiso prevenir a todos los que creen en Él, para que se guarden de la levadura añeja, como que son panes ázimos de la sinceridad y verdad.
Se ha objetado que esta doctrina presenta una sombría perspectiva del futuro; que es la filosofía de la desesperación; que está opuesta a la idea popular de que el mundo va progresando en el bien. Muchos agregan, sarcásticamente: “si todo esto es verdad, podemos cruzarnos de brazos y esperar la Venida de Cristo”.
La Verdad Divina no es agradable al cristiano mundano. ¿Acaso la predicación de Noé agradaba a los que la oían? Sin embargo, el diluvio vino. ¿Acaso era agradable lo que Jeremías profetizaba al pueblo judío? Sin embargo, sobrevino la terrible suerte de la ciudad y la cautividad de Babilonia. ¿Acaso era agradable lo que anunciaban los profetas al pueblo judío, vaticinando la ceguera y la ruina? Sin embargo, rechazaron a Cristo atrayendo sobre sí la ruina y la dispersión.
La Iglesia, lejos de vencer la iniquidad que hay en el mundo, será acrisolada por esa misma iniquidad, que va penetrando desde el principio entre los cristianos. De este modo, la iniquidad irá aumentando hasta llegar esos tiempos peligrosos, que las Escrituras anuncian con tanta insistencia.
Y agradable o no, tenemos que clamar a voz en cuello para que el trigo no sea sofocado por la cizaña, y los panes ázimos se guarden de la levadura.
“Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, antes bien, teniendo comezón de oír se amontonarán maestros conforme a sus propios deseos y cerrarán sus oídos a la verdad y los aplicarán a las fábulas” (II Timoteo 4: 3-4).
Aunque esta doctrina dura desagrada y desespera al cristiano mundano, el verdadero discípulo de Cristo la guarda con fidelidad y amor.
Lo confirma no sólo en su fe en Cristo, sino también en su acatamiento a los dogmas de la Iglesia, y lo orienta en los tiempos tormentosos por los que estamos pasando.
No se desespera ni pliega los brazos para esperar la Venida de Cristo, durmiendo.
Lleno de una “viviente esperanza”, la más “bienaventurada esperanza”; se esfuerza por salvar a algunos de esta mundana generación pecadora y adúltera.
El misterio de iniquidad va en aumento. La levadura de los fariseos, saduceos y herodianos va infiltrando la masa cristiana. Presenciamos tiempos peligrosos, y vendrán aún mayores. Pero el Espíritu Santo tiene sellada la Iglesia, en tanto reúna a la Esposa de Cristo.
Resumen:
El misterio de la Iglesia es el misterio de la congregación de los hijos dispersos de Dios, elegidos para formar el Cuerpo y la Esposa de Cristo.
Este misterio de congregación se realiza en el tiempo que transcurre entre la ruina de la antigua Sinagoga y la restauración de Israel: durante la nueva fase en el desarrollo del plan divino.
Satanás dirige, todas las fuerzas de su poderío contra esta visible sociedad jerárquica, tratando de impedir la congregación de la Esposa. Así se origina el misterio de iniquidad que surge como el misterio del Anticristo.
En la presente edad, no será la Iglesia mediante un triunfo del Espíritu del Evangelio, sino Satanás mediante un triunfo del espíritu de apostasía, el que ha de llegar a un reino que abarcará a todas las naciones. Pues el Reino Mesiánico de Cristo será precedido del reino apóstata del Anticristo.
Sin embargo, Satanás no prevalecerá contra la visible sociedad jerárquica que Cristo fundó y selló con su Espíritu Santo, pues Cristo prometió estar con ella hasta la consumación de la presente edad; y las Escrituras nos enseñan que la presente edad no llegará a su consumación sino luego de consumado el misterio de la congregación de la Esposa.
Esta obra de Satanás no tiene que asustar ni desorientar a los verdaderos fieles. Y jamás puede ser motivo de actitudes separatistas: Cristo nos prohibió separar el trigo de la cizaña.
La Iglesia no caerá en manos de Satanás, pues hay dos fases en el desarrollo del misterio de iniquidad.
La segunda fase (o sea, la consumación del misterio de iniquidad) coincide con el tiempo de la consumación de la presente edad y, asimismo, con el tiempo de la gran tribulación, a la cual escapará la Iglesia por el hecho de la resurrección de los que murieron en Cristo, y de la transformación de los vivientes que lo están esperando, y que juntos serán arrebatados al encuentro de Él en los aires.
Es en aquel tiempo de la consumación del misterio de la iniquidad que sucederá:
- la gran apostasía y la aparición de la Ramera sobre la Bestia (esta Ramera no será la Jerarquía, sino una pseudojerarquía romana, la cual, fornicando con los reyes de la tierra, conducirá la cristiandad nominal a la apostasía, mientras la verdadera Iglesia está con Cristo en los aires).
- la destrucción de esta Ramera por la Bestia.
- la manifestación del Anticristo.
En aquel tiempo Dios reiniciará su plan con su pueblo.
El estado normal de la Iglesia en la presente edad es la persecución y no el dominio del mundo. Esta persecución no es su muerte, sino su vida; y el peligro mortal que amenaza a la Iglesia consiste en la fornicación con los reyes de la tierra con que Satanás la tienta constantemente.
Pero sabemos que esta tentativa infernal, jamás se llevará a cabo de un modo oficial hasta después del arrebato de la Iglesia-Esposa; porque será entonces, y solamente entonces, cuando la colectividad de una cristiandad nominal y apóstata tomará la abominable figura de la “Ramera sobre la Bestia”, y preparará los “diez cuernos” como la última forma del imperio babilónico rehabilitado. Y es justamente esta última forma del dominio de los gentiles la que es destruida por la piedra que cae del cielo (Daniel 2: 31-45; Apocalipsis 19: 11-21).
La Iglesia triunfará en la edad futura, después que sea arrebatada y manifestada en gloria como la Esposa del Mesías-Rey.
Entonces reinará con Él desde el Monte Sión sobre este mundo purificado y renovado, en el cual habrá un Israel restaurado.
Y será recién entonces que el resto de los hombres buscará al Señor (Hechos 15: 17).

SATANAS, EL PECADO Y EL INFIERNO

Satanás, el pecado y el infierno
De la prevaricación angélica y la humana grandeza y enormidad del pecado
Juan Donoso Cortés
El mal es hijo del pecado
Hasta aquí he expuesto la teoría católica acerca del mal, hijo del pecado, y acerca del pecado que nos vino de la libertad humana, la cual se mueve anchamente en sus limitadas esferas, a la vista y con el consentimiento de aquel soberano Señor que, haciéndolo todo con peso, número y medida, dispuso las cosas con un consejo tan alto, que ni su providencia oprimiese el libre albedrío del hombre, ni los estragos de este libre albedrío, siendo grandes y portentosos como son, lo fueran con menoscabo de su gloria. Antes, empero, de pasar adelante, me ha parecido cosa digna de la majestad de este asunto hacer aquí una relación seguida de aquella prodigiosa tragedia que comenzó en el cielo y acabó en el paraíso, dejando a un lado los reparos y las objeciones que quedaron desvanecidas en otro lugar, y que de ninguna otra cosa servirían sino de oscurecer la belleza, a un mismo tiempo sencilla e imponente, de esta lamentable historia. Antes vimos de qué manera la teoría católica se aventaja a las demás por la altísima conveniencia de todas sus soluciones; ahora veremos de qué manera los hechos en que se funda, considerados en sí mismos, aventajan a todas las historias primitivas por lo que tienen de grandes y de dramáticos. Antes sacamos su belleza por comparaciones y deducciones; ahora admiraremos en ellos mismos, sin apartar los ojos a otros objetos, su incomparable belleza.
Rebelión angélica
Antes que el hombre, y en tiempos sustraídos a las investigaciones humanas, había criado Dios a los ángeles, criaturas felicísimas y perfectísimas, a quienes fue dado mirar de hito en hito los clarísimos resplandores de su faz, anegados en un piélago de inenarrables deleites y sumergidos perpetuamente en su perpetuo acatamiento. Eran los ángeles espíritus puros, y las excelencias de su naturaleza mayores que las de la naturaleza del hombre, compuesto de un alma inmortal y del barro de la tierra. Por su naturaleza simplicísima dábase el ángel la mano con Dios, mientras que por su inteligencia, por su libertad y por su sabiduría limitada había sido hecha para darse la mano con el hombre; así como el hombre, por lo que tuvo de espiritual, estuvo en comercio con el ángel, y por lo que tuvo de corporal, con la naturaleza física, puesta toda al servicio de su voluntad y en la obediencia de su palabra. Y todas las criaturas nacieron con la inclinación y la potestad de transformarse y subir por la escala inmensa que, comenzando en los seres más bajos, iba a acabar en aquel Ser altísimo que es sobre todo ser, y a quien los cielos y la tierra, los hombres y los ángeles conocen con un nombre que es sobre todo nombre. La naturaleza física anhelaba por subir hasta espiritualizarse, en cierta manera, a semejanza del hombre; y el hombre hasta espiritualizarse más, a semejanza del ángel; y el ángel a asemejarse más a aquel Ser perfectísimo, fuente de toda vida, criador de toda criatura, cuya alteza ninguna medida mide y cuya inmensidad ningún cerco comprende. Todo había nacido de Dios, y subiendo debía volver a Dios, que era su principio y su origen; y porque todo había nacido de Él y había de volver a Él, no había nada que no contuviese en sí una centella más o menos resplandeciente de su hermosura.
De esta manera la variedad infinita estaba reducida de suyo a aquella amplísima unidad que crió todas las cosas, que puso en ellas un concierto pasmoso y una trabazón admirable, apartando todas las que estaban confusas y recogiendo las que estaban derramadas. Por donde se ve que el acto de la creación fue complejo y que se compuso de dos actos diferentes, conviene a saber: de aquel por medio del cual dio Dios la existencia a lo que antes no la tenía y de aquel otro por medio del cual ordenó todo aquello a que había dado la existencia. Con el primero de estos actos reveló su potestad de crear todas las sustancias que sustentan todas las formas; con el segundo, la que tenía de crear todas las formas que embellecen a todas las sustancias. Y de la misma manera que no hay otras sustancias fuera de las creadas por Dios, no hay tampoco otra belleza fuera de la que Él puso en las cosas. Por eso el universo, que es la palabra con que se significa todo lo criado por Dios, es el conjunto de todas las sustancias; y el orden, que es la palabra con que se significa la forma que Dios puso en las cosas, es el conjunto de todas las bellezas. Fuera de Dios no hay criador, fuera del orden no hay belleza, fuera del universo no hay criatura.
Si en el orden establecido por Dios en el principio consiste toda belleza, y si la belleza, la justicia y la bondad son una misma cosa mirada por aspectos diferentes, síguese de aquí que fuera del orden establecido por Dios no hay bondad, ni belleza, ni justicia; y como estas tres cosas constituyen el supremo bien, el orden que a todas las contiene es el bien supremo.
No habiendo ninguna especie de bien fuera del orden, no hay nada fuera del orden que no sea un mal, ni mal ninguno que no consista en ponerse fuera del orden; por esta razón, así como el orden es el bien supremo: el desorden es el mal por excelencia; fuera del desorden no hay ningún mal, como fuera del orden no hay bien ninguno.
De lo dicho se infiere que el orden, o lo que es lo mismo, el bien supremo, consiste en que todas las cosas conserven aquella trabazón que Dios puso en ellas cuando las sacó de la nada; y que el desorden, o lo que es lo mismo, el mal por excelencia, consiste en romper aquella admirable trabazón y aquel sublime concierto.
No pudiendo ser rota aquella trabazón ni este concierto quebrantado sino por quien tenga una voluntad y un poder, hasta cierto punto y en la manera que esto es posible, independientes de la voluntad de Dios, ninguna criatura fue poderosa para tanto, sino los ángeles y los hombres, únicas entre todas hechas a imagen y semejanza de su Hacedor, es decir, inteligentes y libres. De donde se sigue que sólo los ángeles y los hombres pudieron ser causadores del desorden, o lo que es lo mismo, del mal por excelencia.
Los ángeles y los hombres no pudieron alterar el orden del universo sino rebelándose contra su Hacedor; de donde se infiere que para explicar el mal y el desorden es necesario suponer la existencia de ángeles y de hombres rebeldes.
El pecado es toda desobediencia y toda rebeldía contra Dios
Siendo toda desobediencia y toda rebeldía contra Dios lo que se llama un pecado, y siendo todo pecado una rebeldía y una desobediencia, síguese de aquí que no puede concebirse el desorden en la creación ni el mal en el mundo sin suponer la existencia del pecado.
Si el pecado no es otra cosa sino la desobediencia y la rebeldía, ni la desobediencia ni la rebeldía sino el desorden, ni el desorden sino el mal, síguese de aquí que el mal, el desorden, la rebeldía, la desobediencia y el pecado son cosas en que la razón encuentra una identidad absoluta, así como el bien, el orden, la sumisión y la obediencia son cosas en que encuentra la razón una completa semejanza. De donde se viene a concluir que la sumisión a la voluntad divina es el bien sumo, y el pecado el mal por excelencia.
Rebeldía de lucifer
Cuando todas las criaturas angélicas estaban obedientes a la voz de su Hacedor, mirándose en su rostro, anegándose en sus resplandores y moviéndose sin tropiezo y con una concertada armonía al compás de su palabra, sucedió que entre los ángeles el más hermoso apartó los ojos de su Dios para ponerlos en sí mismo, quedando como arrebatado en su propia adoración y como extático en presencia de su hermosura. Considerándose como subsistente por sí y como el último fin de sí propio, quebrantó aquella ley universal e inviolable según la cual lo que es diverso tiene su fin y su principio en lo que es uno, que, comprendiéndolo todo y no siendo comprendido por nada, es el continente universal de todas las cosas, así como es el potentísimo Criador de todas las criaturas.
Aquella rebeldía del ángel fue el primer desorden, el primer mal y el primer pecado, raíz de todos los pecados, de todos los males y de todos los desórdenes que habían de venir sobre la creación, y en particular sobre el humano linaje, en los tiempos subsiguientes.
Porque como el ángel caído, sin hermosura ya y sin luz, viese al hombre y a la mujer en el paraíso, tan limpios, resplandecientes y hermosos con los resplandores de la gracia, sintiendo en sí honda tristeza por el ajeno bien, formó el propósito de arrastrarlos en su condenación, ya que no le era dado igualarse con ellos en su gloria; y tomando la figura de la serpiente, que en adelante había de ser símbolo del engaño y de la astucia, horror de la naturaleza humana y asunto de la cólera divina, entró por las puertas del paraíso terrenal y, deslizándose por sus hierbas frescas y olorosas, circundó a la mujer con aquellas sutilísimas redes en que cayó su inocencia, con pérdida de su ventura.
Nada hay que iguale a la sublime sencillez con que resplandece la relación mosaica de esta solemne tragedia, cuyo teatro era el paraíso terrenal, cuyo testigo era Dios, cuyos actores eran, por una parte, el Rey y Señor de los abismos; por otra, los reyes y señores de la tierra, cuya víctima había de ser el género humano y cuyo desenlace triste y lloroso habían de lamentar la tierra en sus movimientos, los cielos en sus cursos, los ángeles en sus tronos y los desventurados hijos de aquellos padres desventurados en estos nuestros valles sin luz, con perpetuas lamentaciones.
«¿Por qué os ha prohibido Dios comer el fruto de todos los árboles del paraíso?». De esta manera comenzó su plática la serpiente, y luego al punto sintió la mujer despertarse en su corazón aquella vana curiosidad, causa primera de su culpa. Desde este momento, su entendimiento y su voluntad, acometidos no sé de qué desmayo suave, comenzaron a apartarse de la voluntad de Dios y del entendimiento divino.
«El día en que de este fruto comáis se abrirán vuestros ojos y seréis a manera de dioses, conocedores del bien y del mal». Bajo la influencia maléfica de esa palabra, sintió la mujer en su corazón los primeros vértigos del orgullo; poniendo los ojos en sí con complacencia, la faz de Dios se le veló en aquel punto.
Fealdad del pecado
Orgullosa y vana, puso los ojos en el árbol de las ilusiones infernales y de las amenazas divinas, y vio que era hermoso a la vista, y adivinó que había de ser sabroso al paladar, y sintió abrasarse sus sentidos con el hasta entonces desconocido incendio de corrosivos deleites; y la curiosidad de los ojos, y el deleite de la carne, y el orgullo del espíritu, juntos en uno, acabaron con la inocencia de la primera mujer y luego con la inocencia del primer hombre, y las esperanzas atesoradas para su descendencia se tornaron en humo desvanecido en el ambiente.
Y luego se conturbó el universo todo cuan grande es; y el desorden, comenzando en lo más alto de la escala de los seres creados, fue comunicándose de unos en otros, hasta no dejar ninguna cosa en el lugar y punto en que había sido puesta por su Hacedor soberano. Aquel anhelo ingénito en toda criatura por subir y remontarse hasta el trono de Dios se trocó en anhelo por bajar hasta no sé qué abismo sin nombre, como quiera que apartar los ojos de Dios era como buscar la muerte y despedirse de la vida.
Por mucho que ahonde el hombre en el abismo sin fin de la sabiduría, por alto que se remonte en la investigación de los más recónditos misterios, ni se remontará tanto ni ahondará tanto que sea poderoso para rodear con sus ojos el grande estrago de aquella primera culpa, en la que todas las siguientes estaban cerradas como en su fertilísima semilla.
No; no puede el hombre, no puede el pecador, ni concebir siquiera la grandeza y la fealdad del pecado. Para entender cuán grande es y cuán terrible y cuán henchido está de desastres, era menester dejar de considerarle desde el punto de vista humano, para considerarle desde el punto de vista divino, como quiera que siendo la Divinidad el bien, y el pecado el mal por excelencia; siendo la Divinidad el orden, y el pecado el desorden; siendo la Divinidad una afirmación completa, y el pecado una negación absoluta; siendo la Divinidad la plenitud de la existencia, y el pecado su absoluto desfallecimiento; entre la Divinidad y el pecado, así como entre la afirmación y la negación, entre el orden y el desorden, y entre el bien y el mal, y entre el ser y el no ser, hay una distancia inconmensurable, una contradicción invencible, una repugnancia infinita.
Ninguna catástrofe es poderosa para poner turbación en la Divinidad ni para alterar la quietud inefable de su rostro. Vino el diluvio universal sobre las gentes, y vio Dios la tremenda inundación, considerada en sí misma y separada de su causa, con sereno semblante, porque sus ángeles eran los que, obedientes a su mandato, abrían las cataratas del cielo, y porque su voz era la que mandaba a las aguas que encumbraran los montes y que rodearan todo el orbe de la tierra. Vienen de los puntos del horizonte nublados que se juntan como un negro promontorio, y el rostro de Dios está tranquilo, porque su voluntad es la que hace los nublados, su voz es la que los llama, y ellos vienen; la que les manda que se junten, y ellos se juntan; Él es el que envía los vientos que los han de llevar sobre alguna ciudad pecadora y el que, si así cumple a sus designios, prende y ata las aguas, y detiene el rayo en la nube, y con delgado soplo la va desvaneciendo por los aires. Sus ojos han visto levantarse y caer todos los imperios; sus oídos han escuchado las plegarias de naciones asoladas por el hierro de la conquista, por el azote de la peste, por la servidumbre y por el hambre; y su rostro ha permanecido sereno e impasible, porque es el que hace y deshace como vanos juguetes los imperios del mundo, Él es el que pone el hierro en la diestra de los conquistadores, Él es el que envía los tiranos a los pueblos culpables y el que oprime a las naciones descreídas con el hambre y con la peste cuando así cumple a su justicia soberana.
Infierno, lugar pavoroso
Hay un lugar pavoroso, asunto de todos los horrores, y de todos los espantos, y de todos los tormentos, en donde hay sed insaciable sin ninguna fuente, hambre perpetua sin género de hartura; en donde los ojos no ven nunca ningún rayo de luz, ni los oídos oyen ningún sonido apacible; en donde todo es agitación sin reposo, llanto sin intermisión, pesar sin consuelo. Todas son allí puertas de entrada, ninguna de salida. En su dintel muere la esperanza y se inmortaliza la memoria. Los términos de ese lugar, Dios sólo los conoce; la duración de esos tormentos es de una sola hora, que nunca se acaba. Pues bien: ese lugar maldito, con sus tormentos sin nombre, no alteró el semblante de Dios, porque Él mismo le puso en donde está, con su mano omnipotente. Dios hizo el infierno para los réprobos, como la tierra para los hombres y el cielo para los ángeles y para los santos. El infierno denuncia su justicia, como la tierra su bondad y el cielo su misericordia. Las guerras, las inundaciones, las pestes, las conquistas, las hambres, el infierno mismo, son un bien, como quiera que todas estas cosas se ordenan convenientemente entre sí con relación al fin último de la creación y que todas ellas sirven de provechosos instrumentos de la justicia divina.
Y porque todas son un bien y porque han sido hechas por el autor de todo bien, ninguna de ellas puede alterar ni altera la inenarrable quietud y el inefable reposo del Hacedor de las cosas. Nada le pone horror sino lo que Él no ha hecho, y como ha hecho todo lo que existe, nada le pone horror sino la negación de lo que Él ha hecho; por eso le pone horror el desorden, que es la negación del orden que Él puso en las cosas, y la desobediencia, que es la negación de la obediencia que se le debe.
Esa desobediencia, ese desorden, son el supremo mal, como quiera que son la negación del supremo bien en lo cual consiste el mal supremo. Pero la desobediencia y el desorden no son otra cosa sino el pecado; de donde se sigue que el pecado, negación absoluta por parte del hombre de la afirmación absoluta por parte de Dios, es el mal por excelencia y el único que pone horror a Dios y a sus ángeles.
Frutos mortales del pecado
El pecado vistió al cielo de lutos, al infierno de llamas y a la tierra de abrojos. Él fue el que trajo la enfermedad y la peste, el hambre y la muerte sobre el mundo. El que cavó el sepulcro de las ciudades más ínclitas y llenas de gente. Él presidió los funerales de Babilonia, la de los ostentosos jardines; de Nínive, la excelsa; de Persépolis, la hija del Sol; de Menfis, la de los hondos misterios; de Sodoma, la impúdica; de Atenas, la cómica; de Jerusalén, la ingrata; de Roma, la grande; porque aunque Dios quiso todas estas cosas, no las quiso sino como castigo y remedio del pecado. El pecado saca todos los gemidos que salen de todos los pechos humanos y todas las lágrimas que caen gota a gota de todos los ojos de los hombres, y lo que es más todavía, y lo que ningún entendimiento puede concebir ni ningún vocablo expresar: él ha sacado lágrimas de los sacratísimos ojos del Hijo de Dios, mansísimo Cordero, que subió a la cruz cargado con los pecados del mundo. Ni los cielos, ni la tierra, ni los hombres le vieron reír, y los hombres, y la tierra, y los cielos le vieron llorar, y lloraba porque tenía puestos sus ojos en el pecado. Lloró sobre el sepulcro de Lázaro y en la muerte de su amigo nada lloró sino la muerte del alma pecadora. Lloró sobre Jerusalén, y la causa de su llanto era el pecado abominable del pueblo deicida. Sintió tristeza y turbación al poner los pies en el huerto, y el horror del pecado era el que ponía en Él aquella turbación insólita y aquel paño de tristeza. Su frente sudó sangre, y el espectro del pecado era el que hacía brotar en su frente aquellos extraños sudores. Fue enclavado en un madero, y el pecado le enclavó, el pecado le puso en agonía y el pecado le dio la muerte.
Selección del texto: José Gálvez Krüger

La Oración a San Miguel Arcángel del Papa León XIII es profética.

La oración del Papa León XIII a San Miguel – una profecía sobre la apostasía venidera de Roma
El Papa León XIII



La Oración a San Miguel Arcángel del Papa León XIII es profética. Compuesta hace más de 100 años, es una oración muy interesante y controversial relacionada con la situación actual en que se encuentra la verdadera Iglesia católica. Esta oración se rezaba después de la Misa, pero fue después suprimida. El 25 de septiembre de 1888, después de su Misa de la mañana, el Papa León XIII sufrió un desmayo. Los asistentes pensaron que estaba muerto. Después de recuperar la conciencia, el Papa describió una espantosa conversación que había escuchado procedente del tabernáculo. La conversación se componía de dos voces; voces que el Papa León XIII claramente identificó eran las de Jesucristo y del diablo. El diablo se jactaba de que podía destruir la Iglesia, si se le concedían 75 años para llevar a cabo su plan (o 100 años, según otros informes). El diablo también pidió permiso para tener “una mayor influencia sobre aquellos que se entregaran a mi servicio”. A las peticiones del diablo, el Señor le respondió: “se te dará el tiempo y el poder”.

Impactado profundamente por lo que había oído, el Papa León XIII compuso la siguiente Oración a San Miguel (que también es una profecía) y ordenó que se rezara después de las Misas ordinarias como medida de protección para la Iglesia contra los ataques del infierno. La oración es la siguiente (ponga especial atención las partes en negrita), seguido por algunos de nuestros comentarios. Esta oración fue tomada de La Raccolta, 1930, edición inglesa, Benziger Bros., pp. 314-315. La Raccolta es una colección de la Iglesia católica con imprimátur de oraciones oficiales indulgenciadas.

Oración a San Miguel Arcángel:
La profecía del Papa León XIII sobre la apostasía venidera de Roma

“¡Oh glorioso príncipe de la milicia celestial, San Miguel Arcángel, defiéndenos en el combate y en la terrible lucha contra los principados y las potestades, contra los dominadores de este mundo de tinieblas, contra los espíritus malignos esparcidos por los aires (Ef. 6)! Ven en auxilio de los hombres que Dios ha creado inmortales, hechos a su imagen y semejanza y rescató con gran precio de la tiranía del demonio (Sab. 2; I Cor. 6).
”Combate en este día, con el ejército de los santos ángeles, el combate del Señor como en otro tiempo combatiste contra Lucifer, jefe de los orgullosos, y contra los ángeles apóstatas que fueron impotentes de resistirte y para quienes nunca más hubo lugar en el cielo.
”Sí, ese gran dragón, esa antigua serpiente que se llama demonio y Satanás, que seduce al mundo entero, fue precipitado con sus ángeles al fondo del abismo (Apoc. 12). Pero he aquí que ese antiguo enemigo, este antiguo homicida ha levantado ferozmente la cabeza. Disfrazado como ángel de luz y seguido de toda la turba de espíritus malignos, recorre el mundo entero para apoderarse de él y desterrar el nombre de Dios y de su Cristo, para hundir, matar y entregar a la perdición eterna a las almas destinadas a la eterna corona de gloria. Sobre los hombres de espíritu perverso y de corazón corrupto, este dragón malvado derrama también, como un torrente de fango impuro el veneno de su malicia infernal, es decir, el espíritu de mentira, de impiedad, de blasfemia y el soplo envenenado de la impudicia, de los vicios y de todas las abominaciones.

”Los enemigos llenos de astucia han colmado de oprobios y amarguras a la Iglesia, esposa del Cordero inmaculado y le han dado de beber ajenjo, y sobre sus bienes más sagrados han puesto sus manos criminales para realizar todos sus impíos designios. Allí, en el lugar sagrado donde está constituida la Sede del beatísimo Pedro y Cátedra de la Verdad para iluminar a los pueblos, allí colocaron el trono de la abominación de su impiedad, para que, con el designio inicuo de herir al Pastor, se dispersen las ovejas.
”Te suplicamos pues, oh príncipe invencible; auxilia al pueblo de Dios y dale la victoria contra los ataques de esos espíritus réprobos. Este pueblo te venera como su protector y patrono, y la Iglesia se gloría de tenerte como defensor contra los malignos poderes del infierno. A ti te confió Dios el cuidado de conducir a las almas a la beatitud celestial. ¡Ruega pues al Dios de la paz que ponga bajo nuestros pies a Satanás vencido y de tal manera abatido, que no pueda nunca más mantener a los hombres en la esclavitud ni causar perjuicio a la Iglesia! Presenta nuestras oraciones ante la mirada del Todopoderoso, para que las misericordias del Señor nos alcancen cuanto antes. Somete al dragón, a la antigua serpiente, que es el diablo y Satanás, lánzalo encadenado en el abismo para que no pueda seducir más a las naciones (Apoc. 20). Amén”.
“Desde ya confiados con vuestra asistencia y protección, con la sagrada autoridad de la Santa Madre Iglesia, y en nombre de Jesucristo, Dios y Señor nuestro, emprendemos con fe y seguridad repeler a los asaltos de la astucia diabólica”.
V/ He aquí la Cruz del Señor, huyan potencias enemigas.
R/ Vence el León de la tribu de Judá, la estirpe de David.
V/ Que tus misericordias, Oh Señor, se realicen sobre nosotros.
R/ Como esperamos de ti.
V/ Señor, escucha mi oración.
R/ Y mi clamor llegue hasta ti.
Oremos.
“Oh Dios Padre de Nuestro Señor Jesucristo, invocamos tu Santo Nombre, e imploramos insistentemente tu clemencia, para que con la intercesión de María inmaculada siempre Virgen, nuestra Madre, y el glorioso San Miguel Arcángel, de San José, Esposo de la misma bienaventurada Virgen, de los bienaventurados Apóstoles Pedro y Pablo y de todos los santos, te dignes auxiliarnos contra Satanás y todos los otros espíritus inmundos que recorren la tierra para dañar al género humano y perder las almas. Amén”.

La profecía del Papa León XIII sobre la apostasía venidera de Roma

Quien lee la oración (especialmente la parte en negrita) se dará cuenta que el Papa León XIII parece prever y profetizar la gran apostasía; y señalar que esta apostasía sería dirigida desde Roma – la única Roma que es “en este lugar sagrado, donde está constituida la Sede del beatísimo Pedro y la Cátedra de la Verdad para iluminar al mundo”. El Papa León previó que este lugar (la ciudad del Vaticano en Roma), donde fue establecida la Sede de San Pedro por el primer Papa, San Pedro mismo, se convertiría en el trono de la abominación de la impiedad de Satanás, “con el designio inicuo de herir al Pastor (el verdadero Papa) se dispersen las ovejas (los fieles católicos)”. Estas son las palabras del Papa León XIII.
El Papa León XIII no estaba profetizando la defección de la Iglesia católica (lo cual es imposible ya que las puertas del infierno nunca prevalecerán contra la Iglesia [Mat, 16]), ni la defección de la cátedra de San Pedro (que también es imposible), sino que estaba profetizando la implantación de una falsa religión católica apóstata desde Roma, en la que “el Pastor” (el verdadero Papa) es sustituido por un antipapa usurpador (como ha ocurrido a veces en la historia de la Iglesia), con el designio inicuo de “dispersar las ovejas”.
La oración del Papa León también previó que los apóstatas impuros de Satanás han puesto sus manos criminales “sobre sus bienes más sagrados”. ¿Cuáles son sus bienes más sagrados? Los bienes más sagrados son las cosas que Cristo le ha encomendado, a saber, el depósito de la fe (con todos sus dogmas) y los siete sacramentos instituidos por nuestro Señor Jesucristo. Por lo tanto, la oración del Papa León predijo el intento de la destrucción del depósito de la fe con el Vaticano II y los nuevos ritos sacramentales de la Iglesia del Vaticano II. Veremos que Pablo VI ha puesto sus manos criminales sobre los siete ritos sacramentales a partir de abril de 1969, que produjo una Nueva Misa inválida, un Nuevo Rito inválido de Ordenación, y los ritos gravemente dudosos de la confirmación y extremaunción, cumpliendo a la carta la profecía del Papa León.
En 1934, la sorprendente oración del Papa León (dado arriba) fue cambiada sin explicación. La frase crucial refiriéndose a la apostasía en Roma (este lugar sagrado, donde fue establecida la Sede del bienaventurado Pedro y la cátedra de la Verdad que debe iluminar al mundo) fue eliminada. Al mismo tiempo, el uso de la Oración a San Miguel del Papa León XIII que se rezaba después de cada Misa fue sustituida por una oración más corta, la famosa ahora abreviada Oración a San Miguel. Esta oración sigue de la siguiente manera:
“San Miguel Arcángel, defiéndenos en la batalla; sé nuestro amparo contra la perversidad y acechanzas del demonio. Reprímale Dios, pedimos suplicantes; y tú, príncipe de la milicia celestial, arroja al infierno a Satanás y a los demás espíritus malignos que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas. Amén”.
No hay nada malo con esta oración a San Miguel, de hecho, es muy buena y eficaz. Sin embargo, el punto es que ya no es la Oración a San Miguel que compuso el Papa León XIII. En la opinión de muchos, la corta oración fue introducida como un sustituto, de modo que los fieles no estuvieran conscientes del contenido increíble de la oración larga, como se describió anteriormente. Si la larga Oración a San Miguel hubiese sido recitada al final de cada Misa rezada y no suprimida en 1934, ¿cuántos millones más se hubieran resistido al enfrentarse contra el intento de la nueva religión del Vaticano II ? ¿Cuántos más hubieran visto después del Vaticano II el desmantelamiento sistemático de la fe católica tradicional?
La larga Oración a San Miguel del Papa León XIII también está relacionada perfectamente con la famosa aparición y profecías de Nuestra Señora de La Salette de 1846: “Roma perderá la fe y se convertirá en la sede del Anticristo… la Iglesia estará eclipsada”. Las palabras del Papa León sugieren que el mismo
La profecía del Papa León XIII sobre la apostasía venidera de Roma

Anticristo, o al menos las fuerzas del anticristo, establecerán su sede en Roma: “Allí, donde está constituida la sede del beatísimo Pedro (…) colocaron el trono de la abominación de su impiedad…”

fuente: vaticano católico