EL SANTO NOMBRE DE MARÍA "¿Quién
es ésta que viene adelante como la aurora, bella como la luna,
brillante como el sol, terrible como un ejército en orden de batalla
establecido?"
El Santísimo Nombre de María
El Santo Nombre de María - El poder de Su Nombre
San Alfonso María de Ligorio escribe: "Aprovechemos
siempre el hermoso consejo de San Bernardo: "En los
peligros, en las angustias, en las dudas, invoca a María. Que no
se te caiga de los labios, que no se te quite del corazón".
En todos los peligros de perder la gracia divina, pensemos en
María, invoquemos a María junto con el nombre de Jesús, que
siempre han de ir estos nombres inseparablemente unidos. No se
aparten jamás de nuestro corazón y de nuestros labios estos
nombres tan dulces y poderosos, porque estos nombres nos darán
la fuerza para no ceder nunca jamás ante las tentaciones y para
vencerlas todas. Son maravillosas las gracias prometidas por
Jesucristo a los devotos del Nombre de María, como lo dió a
entender a Santa Brígida hablando con su Madre Santísima,
revelándole que "quien invoque el Nombre de María con
confianza y propósito de la enmienda, recibirá estas gracias
especiales: un perfecto dolor de sus pecados, expiarlos cual
conviene, la fortaleza para alcanzar la perfección y al fin la
gloria del paraíso". Porque, añadió el divino Salvador,
"son para mí tan dulces y queridas tus palabras, oh María,
que no puedo negarte lo que me pides."
En suma, llega a decir San Efrén, que el Nombre de María es la
llave que abre la Puerta del Cielo a quien lo invoca con
devoción. Por eso tiene razón San Buenaventura al llamar a María
"salvación de todos los que la invocan", como si fuera lo
mismo invocar el Nombre de María que obtener la salvación
eterna. Por tanto, concluye Tomás de Kempis: "Si buscáis,
hermanos míos, ser consolados en todos vuestros trabajos,
recurrid a María, invocad a María, obsequiad a María,
encomendaos a María. Disfrutad con María, llorad con María,
caminad con María, y con María buscad a Jesús. Finalmente desead
vivir y morir con Jesús y María. Haciéndolo así siempre iréis
adelante en los caminos del Señor, ya que María, gustosa rezará
por vosotros, y el Hijo ciertamente atenderá a la Madre."
12 de septiembre es el día de la Fiesta del Santísimo Nombre de María
Tu nombre, oh Madre de Dios
–como dice san Metodio– está lleno de gracias y de bendiciones divinas.
De modo que –como dice san Buenaventura– no se puede pronunciar tu
nombre sin que aporte alguna gracia al que devotamente lo invoca.
Búsquese un corazón empedernido lo más que se pueda imaginar y del todo
desesperado; si éste te nombra, oh benignísima Virgen, es tal el poder
de tu nombre –dice el Idiota– que él ablandará su dureza, porque eres la
que conforta a los pecadores con la esperanza del perdón y de la
gracia. Tu dulcísimo nombre –le dice san Ambrosio– es ungüento perfumado
con aroma de gracia divina. Y el santo le ruega a la Madre de Dios
diciéndole: “Descienda a lo íntimo de nuestras almas este ungüento de
salvación”. Que es como decir: Haz Señora, que nos acordemos de
nombrarte con frecuencia, llenos de amor y confianza, ya que nombrarte
así es señal o de que ya se posee la gracia de Dios, o de que pronto se
ha de recobrar.
Sí,
porque recordar tu nombre, María, consuela al afligido, pone en camino
de salvación al que de él se había apartado, y conforta a los pecadores
para que no se entreguen a la desesperación; así piensa Landolfo de
Sajonia. Y dice el P. Pelbarto que como Jesucristo con sus cinco llagas
ha aportado al mundo el remedio de sus males, así, de modo parecido,
María, con su nombre santísimo compuesto de cinco letras, confiere todos
los días el perdón a los pecadores.
Promesas
Reconfortante de hecho están las promesas de ayuda hechas por Jesucristo a los que tienen devoción al nombre de María;
por un día en la audiencia de Santa Brígida, prometió su Santísima
Madre para que os dé tres gracias especiales a los que invocan ese
nombre santo con confianza: en primer lugar, que Él les daría dolor
perfecto para sus pecados; en segundo lugar, que sus crímenes seran expiados; y, en tercer lugar, que les daría la fuerza para llegar a la perfección, y por fin la gloria del paraíso.
Y entonces nuestro Divino Salvador agregó: "Porque tus palabras, oh Madre
mía, son tan dulces y agradables para mí, que no puedo negar lo que
pides."
O Amor nomen mei Matris Dei-St. Anselmo
(Traducción) ."Oh nombre de la madre de Dios, tú eres mi amor."
San Efrén va tan lejos como para decir, "que el nombre de María es la
llave de las puertas del cielo," en las manos de aquellos que
devotamente la invocan. Y lo que no es sin razón que San Buenaventura dice "que María es la salvación de todos los que la invocan a ella.""¡Oh Dulcísimo Nombre! Oh María, quién serás
Tú que tu nombre sólo es tan amable y lleno de gracia," exclama el
beato Enrique
Suso.
Hagamos, por lo tanto, siempre provecho de el hermoso consejo nos da San Bernardo, con estas palabras: "En los peligros, en las
perplejidades, en los casos dudosos, piensa en María, invoca a María,no la
dejemos apartar de nuestros labios, ni dejar que ella se aparte de nuestro corazón ".
Nombres de Jesús y María
En todos los peligros de perder la gracia divina, debemos pensar en María, e invocar su nombre, junto con la de Jesús; porque estos dos nombres siempre van juntos. Entonces, nunca permitamos que estos dos nombres más dulces dejen nuestros corazones, o estén fuera de nuestros labios; porque ellos nos darán la fuerza no sólo para no ceder, sino para conquistar todas nuestras tentaciones.
"La invocación de los nombres sagrados de Jesús y María", dice Tomás de
Kempis, "es una breve oración que es tan dulce para la mente, y tan
poderosa para proteger a aquellos que la utilizan contra los enemigos de
su salvación, ya que es fácil de recordar. "
Hora de la Muerte
Vemos, pues, que el santísimo nombre de María es dulce hecho a sus fieles durante la vida, a causa de las muy grandes gracias que ella
obtiene para ellos. Pero todavía más dulce será para ellos en la muerte, a causa del fin tranquilo y santo que les asegura.
Veamos entonces, oh lector devoto, pedir a Dios que nos conceda, que al
morir el nombre de María pueda ser la última palabra en nuestros
labios. Esta fue la oración de San Germán: "Que el último movimiento de mi lengua sea pronunciar el nombre de la Madre de Dios;" ¡Oh,que dulce y segura que es la muerte acompañada y protegida por decir eso, un nombre; porque Dios sólo concede la gracia de invocarlo a los que Él está a punto de salvar.
Padre Sertorio Caputo, de la Compañía de Jesús, exhortó a todos los que
asisten a los moribundos con frecuencia pronunciar el nombre de
María; este nombre de vida y esperanza, cuando se repite en la hora de la
muerte, es suficiente para poner en fuga a los demonios, y para consolar
a estas personas en sus sufrimientos.
El Santísimo Nombre de María, dijo devotamente es una oración
"Bienaventurado el hombre que ama a tu nombre, oh María," exclama san Buenaventura.
"Sí, verdaderamente bendito es el que ama tu dulce nombre, oh Madre de
Dios" "tu nombre es tan glorioso y admirable, que
quien se acuerda de el no tiene temor en la hora de la muerte." Tal es su poder, que ninguno de los que lo invocan en la hora de la muerte temen los ataques de sus enemigos.
San Camilo de Lellis instó a los miembros de su comunidad para recordar
a los moribundos a menudo a pronunciar los santos nombres de Jesús y
María. Tal era su costumbre cuando se ayude a las personas en su última hora.
Oh, que podamos al llegar al fin de nuestras vidas como lo hizo el Padre
Capuchino, Fulgencio de Ascoli, que expiró cantando, "¡Oh María, oh
María, la más bella de las criaturas! Partamos juntos."
Concluyamos con la tierna oración de San Buenaventura:
"Yo de ti, oh María pido, por la gloria de tu nombre, que vengas a
conocer a mi alma cuando se aparta de este mundo, para llevarla en tus
brazos." (Fin)
Mariae
Extractos del Breviario de la Fiesta del Santísimo Nombre de María (12 de septiembre) Se dice: Y el nombre de la virgen era María. Hablemos
unas palabras sobre este nombre, que significa, siendo interpretado,
Estrella del Mar, ser semejante a una estrella. Una
estrella da a luz sus rayos sin ningún riesgo para sí misma, y la
Virgen dio a luz a su Hijo sin ningún daño a su virginidad. La luz de una estrella no quita nada a la virginidad de María. Ella
es esa noble estrella que debía salir de Jacob, cuyo brillo aún luce
derramadora sobre toda la tierra, cuyos rayos son más brillantes en el
cielo, y brilla aun hasta el infierno, iluminando la tierra a medio
camino, y calentando las almas y cuerpos, fomenta lo bueno y
ahuyenta el mal. Ella,
digo, es una clara y brillante estrella, titilando con excelencias, y
resplandeciente con el ejemplo, necesariamente mirando hacia abajo a
la superficie de este grande y ancho mar.
El Santísimo Nombre de María
¡Oh
tú, quienquiera que seas, que te conoces a ti mismo, que estas aquí sin andar sobre terreno firme, tan maltratado de aquí para allá por
los vientos y las tormentas de mar de esta vida, si no has querido ser
abrumado por la tempestad, mantén tus ojos fijos a esta estrella de
brillo claro. Si los huracanes de la tentación han subido contra ti, o tú estas corriendo sobre las rocas con problemas, ven a la estrella, llama a María. Si las olas del orgullo o la ambición, o la calumnia, la envidia se te echan encima, mira a la estrella, llama a María. Si las olas de la ira o la avaricia, o las tentaciones de la carne golpearon contra el ladrido de tu alma, mira a María. Si
la enormidad de tus pecados te turben, si la fealdad de tu conciencia
te confunde, si por el temor del juicio a ti empiezas a caer
en el profundo desaliento, en el pozo de la desesperación, piensa en María.
En peligro, en crisis, o en duda, piensa en María, invoca a María.
No sea ella lejana a tu boca o de tu corazón, y no ha de faltarte el
auxilio de sus oraciones. Si tú le sigues, jamás vas a ir por mal camino. Si tú le rezas a ella, jamás tendrás necesidad de desesperarte. Si tú le tienes en cuenta, jamás caerás. Si ella te guían, tú nunca estarás cansado.
Si ella te ayuda, has de llegar por último a casa a salvo - y así tú
lo probarás en ti mismo, cómo se dice: Y el nombre de la virgen
era María.
Maria Ave! Regina Salve! Vivat Maria Regina ! Vivat Christus Rex !
Nuestra Señora de Fátima, ruega por nosotros.
San José, ruega por nosotros.
Santos Pedro y Pablo, ruega por nosotros.
San Juan Bautista, ruega por nosotros.
San Gabriel Arcángel, ruega por nosotros, ¡sobre todo hoy en su día de fiesta!
San Rafael Arcángel, ruega por nosotros.
Santos Joaquín y Ana, ruega por nosotros.
Santos Gaspar, Melchor y Baltasar, ruega por nosotros.