sábado, 27 de marzo de 2010

MENTIRAS DEL MUNDO

El cuento del calentamiento

27 de Marzo de 2010
by Prelatura de Moyobamba

Un apagón contra el calentón (global)

Por Pablo Molina

www.libertaddigital.com

Este sábado, la humanidad entera está convocada a realizar un gesto simbólico para salvar al planeta de la voracidad capitalista. A instancias del equipo calentólogo habitual, todos estamos invitados a apagar durante una hora las luces de nuestras casas, en una especie de ritual destinado a aplacar la ira de la Pachamama que, según los ecologistas no deja de calentarse.

Los datos dicen lo contrario, que la Tierra no ha dejado de enfriarse en la última década como hemos podido comprobar especialmente durante este invierno con sólo asomarnos a la calle, pero ¿qué es la realidad para unas ONG que han hecho del chantaje ideológico su principal fuente de financiación?

El patriarca del calentamiento, con permiso de Su Goricidad, ha dimitido después de demostrarse que había mentido como un salvaje en los supuestos estudios que avalaban la teoría del calentón. Ha nevado en lugares donde no se recordaba la presencia de este fenómeno desde hace décadas, los termómetros han pulverizado a la baja sus registros en más de medio mundo, se congelan mares y ríos por primera vez en muchísimos años, se ha demostrado, en fin, que el calentamiento global es un fraude, y la única reacción de sus promotores ha sido dejar a un lado lo del calentón y volver a hablar genéricamente del “cambio climático”, porque un cambio puede producirse en ambas direcciones y así quedan cubiertas todas las eventualidades.

Además de insultar a la inteligencia de los ciudadanos, los políticos están sangrando nuestros depauperados bolsillos con medidas restrictivas de todo tipo que no sirven más que para llenar el de los que se han erigido en justicieros climáticos en representación de todo el planeta. En la izquierda esta actitud es consecuente con su trayectoria, pero se suponía que los representantes de la derecha liberal y conservadora iban a tener una disposición más respetuosa con sus votantes y una relación menos conflictiva con la realidad. Bueno, pues no. No hay alcalde que no se haya sumado con todo entusiasmo a hacer el chorra este sábado apagando las luces del consistorio, no sea que los progres del municipio lo acusen de asesino de bebés foca. Pero es peor aún, porque de sus declaraciones se extrae la evidencia de que estos tíos realmente creen que la tierra se está calentando a pasos agigantados y que hay que luchar en la misma trinchera de los que hacen todo lo posible para expulsarlos del poder, y no durante una hora, sino todos y cada uno de los días del año.

Pues bien, ante semejante rendición neuronal, adelanto que este sábado, entre las 20:30 y las 21:30, voy a encender todas las luces de casa, el aire acondicionado, la calefacción y voy a conectar de nuevo las luces navideñas, que siempre dan un toque entrañable al conjunto. La Tierra se está enfriando y no quiero que los ancianos del Pirineo se congelen en uno de estos arrebatos antiecológicos de la Pachamama, empeñada en no hacer caso a los dictados de sus defensores de cuota. Eso sí es solidaridad. Están todos ustedes invitados.

LA PASIÓN


Si Cristo, el pontífice de los bienes futuros, ha de penetrar en el Santo de los Santos, para terminar allí nuestra redención, menester es que antes su santísimo cuerpo vierta la sangre preciosa, que debe llevar en sus manos, para aplacar con ella la ira del Padre. acércase, pues, para el manso Cordero la hora del dolorosísimo sacrificio, a que voluntariamente quiere someterse, ofreciendo su sagrado cuerpo a innumerables tormentos, para que torturados todos sus miembros, como la uva en el lagar, se exprima de ellos hasta la última gota de la sangre redentora.
Nosotros los hijos de la Iglesia, los que antes estábamos lejos, y ahora somos herederos de las promesas por virtud de la sangre de Cristo, oigamos en estos días la voz de nuestra Madre, y con el alma llena de pena y de agradecimiento, contemplemos a nuestro amable Salvador que, habiendo podido redimirnos a menos costa, con un acto de complaciencia en su eterno Padre, según le fue ofrecido y estuvo en su mano aceptarlo, prefirió una muerte cruel e ignominiosa, en que nos diese mayor prueba de su amor.( Hebr. XII,2).
Como las dos semanas últimas de la Cuaresma inmediatamente nos preparan a la Pascua, todos aquellos que ansían las gracias de tan grandes misterios procuran aumentar en estos días la devoción, y ejercitarse con mayor fervor en las prácticas propias de este período. Acaban, pues, de disponer sus almas los penitentes para que descienda a ellos con toda eficacia la absolución que les librará de sus pecados; los catecúmenos ven llegarse el momento de bañar sus almas en las aguas regeneradora del bautismo; sienten los fieles todos la apremiante necesidad de recogerse y de seguir más de cerca con el pensamiento y el corazón al amantísimo Salvador.


Desde el Domingo de Pasión en adelante cambia la decoración del templo, y notablemente se modifica el lenguaje de la Iglesia en los divinos oficios; porque, a las enseñanzas morales de las semanas anteriores, a las reiteradas exhortaciones con que procuraba inculcar a sus hijos la práctica de las buenas obras, a los maternales consejos con que los animaba para que pusiesen su confianza en Dios, como en un buen Padre que en las luchas de esta vida los rodea de su protección y los cobija con sus alas para defenderlos de las asechanzas del demonio, a sustituído ahora el llanto, las quejas y las amenazas, que llenan el alma de espanto y de confusión. Es que asiste en estos días al espectáculo más triste y más doloroso que han precenciado los siglos, y con el corazón angustiado contempla a un Dios, que predica la verdad, que se cansa y desvela, que anda los caminos sembrando beneficios, y que, en pago de tantas larguezas y de tanto trabajos, no recibe de los hombres más que desprecios y persecuciones, y es tenido por malhechor y endemoniado y perturbador del orden público, y vendido traidoramente por uno de sus discípulos, y escarnecido por los soldados, y azotado y coronado de espinas, y condenado a muerte, y por remate de todo, clavado entre dos criminales en Cruz ignominiosa.


La Iglesia en estos días se dedica por entero a recordar esos trances de la pasión, ya presentándolos a la consideración de los fieles con las palabras de los Sagrados Libros, ya poniéndolos en escena, en cuanto hacerse puede, para que por sus mismos ojos vean los pecadores como es maltratado el Señor, y con sus mismos oídos oigan las injurias que por ellos tolera el inocentísimo Cordero, sin hurtar sus espaldas a los azotes, ni sus sienes a las espinas ni sus oídos a las blasfemias y a los falsos testimonios y a las calumnias con que le atormentan hombres desalmados y criminales. Oirán, que, los fieles a Cristo , diciéndoles palabras de vida eterna, amonestándoles que se aprovechen de su visita, trayendo a su memoria los bienes que ha repartido por todas partes: le verán regalando a sus Apóstoles con el suavísimo manjar de su carne, mientras uno de ellos resuelve en su mente pensamiento de traición; lavarle los pies, como si fuese servidor de todos , mientras ellos se disputan el primer asiento en su reino: postrarse en tierra, lleno de temor y de quebranto, orar y sudar gotas de sangre, mientras lejos de su maestro se dejan dormir; entregado vilmente por Judas, preso y maltratado por los judios, mientras los suyos huyen cobardemente y le abandonan; amonestando a las hijas de Jerusalén en vía dolorosa, como quien se olvida de sus trabajos por atender el bien ajeno: extender los brazos en la Cruz para orar por los hombres, mientras éstos remachan sin piedad los clavos y hacen mofa de sus palabras.

No solo de los hombres la lucha que precenciamos estos días, sino que en ella toman parte los poderes infernales, instigando a los Judíos,inspirándoles sus criminales conspiraciones, y con inaudita rabia moviendo sus labios y sus lenguas para que maltraten al indefenso Cordero y le insulten con palabras más injuriosas.Pero¿ quien sino el demonio podría urdir proyectos como los que los impíos traman contra Cristo en estos días? Venid, dicen desvergonzadamente, cerquemos al justo, porque es contrario a nuestras obras: protesta que tiene la ciencia de Dios por Padre: veamos si son verdaderas sus palabras: y si es verdaderamente hijo de Dios, El le librará de nuestras manos, condenésmole a muerte más infame. ( rVIII. Maitines del Domingo de Ramos).

No hay términos para calificar, ni lágrimas con que llorar la sacrílega conducta de los judíos. Sin embargo, la Iglesia se esfuerza para darles en rostro con ella y expresar el hondo sentimiento que le causa recordando sus palabras, representando todas estas escenas, leyendo la Pasión del Señor según los cuatros Evangelios, haciéndonos oír la voz de los profetas que habían anunciado las persecuciones de que había de ser objeto el Mesías, poniendo en boca del Salvador reiteradas censuras contra sus calumniadores, y los amargos reproches de los improperios contra la ingratitud de un pueblo por El tan favorecido. Canta también los Maitines del último triduo antes de Pascuas los trenos de Jeremías; donde lamentando el cautiverio de Israel y la ruina de Jerusalén, anuncia y deplora junta y más verdaderamente la dispersión del pueblo deicida y la desolación en que yace la ciudad ingrata que no quiso aprovecharse la visita del Señor. El fin que todo esto se propone es despertar en los pecadores, que son los verdaderos verdugos de Cristo, no solo sentimientos de compasión, que podrían ser esteriles para la salud del alma, sino un sincero arrepentimiento de sus maldades, que los mueva a desatarlas y a mudar de vida en adelante: es además aumentar en los justos los sentimientos de compunción y amor de Dios, con los cuales enteramente se purifiquen de sus pasadas culpas y se esfuercen para progresar en la vía de la perfección. Y en esto obra con gran acierto y como profunda conocedora del corazón humano; porque ¿ qué medio podría con más eficacia darnos a entender la gravedad y la malicia del pecado, que ponernos a la vista a un hombre que a la vez es Dios, en manos de ferocísimos verdugos reducido al estado más lastimoso, en que no tiene figura ni hermosura, escupido su rostro, desgarradas sus carnes, de manera de que sin horrorizarse no se pueda fijar en los ojos ; y todo eso, no sólo con permiso , sino por voluntad expresa del eterno Padre, que con trabajos le quebranta , y en él se venga de los crímenes de los que se ha hecho solidario ? ¿ Y que cosa podría despertar en nosotros la confusión y el dolor como el considerar que son nuestros propios pecados los que contra el han armado las manos airadas de su Padre? Pues eso es lo que quiere la Iglesia que entendamos al leer en los divinos oficios las palabras con que escribe Isaías los sufrimientos del varón de dolores : Ha sido traspasado por causa de nuestras iniquidades y quebrantado por nuestros crímenes; sobre Él ha pesado el castigo que nos procura la paz, y con sus heridas hemos sido curados . Errantes andábamos todos como ovejas sin pastor; seguía cada uno de nosotros su propio camino, y el Señor ha hecho recaer sobre Él las iniquidades de todos nosotros ( LIII,5,6).


¿ Y qué pudiera obligarnos tan eficazmente a la enmienda y al agradecimiento como considerar la voluntad y el amor con que se somete Jesucristo a tan duras condiciones , y acepte todos los ultrajes y todos los tormentos con que deben ser expiados nuestros pecados? Porque, si en Él ponemos nuestros ojos y nuestros oídos , desde el huerto Gestsemaní hasta la cumbre del Gólgota, ¿ que vemos sino la más completa resignación para sufrir tantas crueldades inventa la malicia de sus enemigos? Es maltratado, dice Isaías y él se somete al sufrimiento y enmudece, semejante al corderito que se lleva al matadero, y a la oveja que delante la trasquila no habre la boca sino palabras de amor, en que se manifiesta su preocupación por el bien de los hombres?-Si me buscais a mi dejad libres a estos . No lloréis sobre mi sino sobre vosotros mismos y sobre vuestros hijos. Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen. En verdad te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso.

Y así todo el que asistiendo con atención y con buena voluntad a los divinos oficios acompaña al Salvador en los diversos trances de su Pasión dolorosísima, sentirá como inevitablemente penetrarse su alma de un amor compasivo hacia un Señor que por él sufre cosas tan duras, y espontáneamente le manifestará sus interiores afectos de amor.

MODERNISTAS


Vía Crucis submarino en Puerto Madryn
Puerto Madryn (Chubut), 26 Mar. 10 (AICA)

Vía Crucis submarino en Puerto Madryn

Vía Crucis submarino en Puerto Madryn

Hoy, viernes 26 de marzo, a las 19 horas, en el muelle de cruceros “Luis Piedra Buena”, de la ciudad chubutense de Puerto Madryn, se realizará una nueva edición del tradicional vía crucis submarino, que encabeza el sacerdote Juan Gabriel Arias, de la parroquia Natividad de María Santísima, escoltado por varias decenas de buzos.

La actividad es promocionada por la Secretaría de Turismo de Puerto Madryn y las operadoras de buceo, bajo la supervisión de la Prefectura Naval Argentina. Se trata de una actividad única en el mundo organizada por Puerto Madryn, la Capital Nacional del Buceo.

De las catorce estaciones, doce se recorren debajo del agua, en una trayectoria de 500 metros, mientras que las últimas dos estaciones se realizan en superficie. Estas están constituidas por imágenes plastificadas y colocadas sobre una superficie de madera laqueada capaz de resistir la inmersión en el mar. El sacerdote será escoltado bajo el agua por buzos con bengalas submarinas hasta culminar la ceremonia portando la cruz hacia la orilla.

Quienes acompañen a la Cruz desde la superficie, también tendrán las respectivas estaciones sobre las barandas, y podrán seguirlas con velas y antorchas. Las comunidades de las parroquias de la ciudad y el coro estable municipal serán los encargados de la interpretación coral y las reflexiones en cada imagen.+

EL COLMO DE LOS COLMOS

piątek, 26 marca 2010

niedozwolony kult publiczny papieża Wojtyły w bytomskim Domu Kombatanta

zdjęcia nadesłane przez Czytelnika









Na stoliku p.o. Ołtarza widzimy Święty Mikrofon Liturgiczny. Krzyż oczywiście stoi obok.

Opiekujący się powyższą kaplicą proboszcz, usunął swego czasu ze swojego kościoła parafialnego (p.w. Bożego Ciała w Bytomiu) pełnowymiarową rzeźbę św. Piusa X w stroju pontyfikalnym. Bo to niedobry święty był...

tomado de radio cristiandad, mirando las imagenes podes traducir lo que dicen en polaco; ja



viernes, 26 de marzo de 2010

GRADO HONORÍFICO PARA EL PRES. OBAMA , EN UNIVERSIDAD DE NOTRE DAME

viernes 27 de marzo de 2009

La verdad por sobre el prestigio



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University of Notre Dame

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Hace algunos días, nos enterábamos por De Lapsis que la Universidad Católica de Notre Dame, en Estados Unidos, había decidido conceder al presidente Barack Obama el doctorado "honoris causa" en leyes. La Cardinal Newman Society ha lanzado una iniciativa para pedir la cancelación del acto. A esto se han sumado varios obispos norteamericanos que expresaron su repudio a la decisión de la universidad.

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El 24 de marzo, el obispo local Mons. John D'Arcy publicó el siguiente comunicado en la página web de la diócesis:


El viernes 21 de marzo, el Padre John Jenkins, CSC, me llamó por teléfono para informarme que el presidente Obama había aceptado su invitación para hablar a los graduados en Notre Dame y recibir un grado honorífico. Hablamos poco antes de que el anuncio se hiciera público en la conferencia de prensa de la Casa Blanca. Este fue el primer momento en que fui informado que Notre Dame había realizado esta invitación.


El presidente Obama ha afirmado recientemente, y ahora ha hecho política pública, su largamente establecida falta de disposición para considerar la vida humana como sagrada. Mientras que afirma separar la política de la ciencia, de hecho ha separado la ciencia de la ética, y ha puesto al gobierno americano, por primera vez en la historia, en apoyo de la destrucción directa de la vida humana inocente.


Ésta será la decimoquinta graduación en Notre Dame durante mi tiempo como obispo. Después de mucha oración, he decidido no participar en la graduación. No intento faltarle el respeto a nuestro presidente, ruego por él y le deseo bien. Siempre he reverenciado el oficio de la Presidencia. Pero un obispo debe enseñar la fe católica “a tiempo y a destiempo”, y el obispo enseña no sólo con sus palabras, sino también con sus acciones.


Mi decisión no es un ataque a nadie, sino que es en defensa de la verdad sobre la vida humana.


Tengo también en mente la declaración de los Obispos Católicos de los Estados Unidos: “La comunidad católica y las instituciones católicas no deben honrar a aquellos que actúan en oposición a nuestros principios morales fundamentales. No se les debe dar reconocimientos, honores o plataformas que sugieran apoyo a sus acciones”. En verdad, la medida de una institución católica no está dada sólo por aquello que representa, sino también por aquello que no representa.


He hablado con la profesara Mary Ann Glendon, quien va a recibir la Medalla “Laetare”. La conozco desde hace muchos años, y la tengo en alta estima. Ambos somos docentes, pero de forma diferente. La he animado a aceptar este reconocimiento, y aprovechar la oportunidad que el mismo le da para enseñar.


En oración, continúo ponderando estos asuntos – que muchos han hallado escandalosos –, y también debe hacerlo Notre Dame. Como Universidad católica, Notre Dame debe preguntarse a sí misma si, por esta decisión, no ha elegido el prestigio por sobre la verdad.


Mañana, celebramos como católicos el momento en que nuestro Señor y Salvador, Jesucristo, Se hizo un Niño en el vientre de Su Santísima Madre. Pidamos a nuestra Señora que interceda por la Universidad nombrada en su honor, para que retome su compromiso por la primacía de la verdad sobre el prestigio.

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El Obispo de Phoenix, Mons. Thomas Olmsted, envió el siguiente mensaje al Padre Jenkins, presidente de la Universidad:


Querido P. Jenkins,


Me entristece y me pesa en el corazón que haya decidido invitar al presidente Obama para que hable en la Universidad de Notre Dame, e incluso reciba un grado honorífico.


Es un acto público de desobediencia a los Obispos de los Estados Unidos. Nuestra declaración de junio del 2004, “Los católicos en la vida política”, sostiene: “La comunidad católica y las instituciones católicas no deben honrar a aquellos que actúan en oposición a nuestros principios morales fundamentales. No se les debe dar reconocimientos, honores o plataformas que sugieran apoyo a sus acciones”. Nadie puede no saber acerca de las posiciones y acciones públicas del presidente en asuntos claves, opuestas a los más vulnerables de los seres humanos.


Juan Pablo II dijo: “Se ha hecho habitual hablar, y con razón, sobre los derechos humanos; como por ejemplo sobre el derecho a la salud, a la casa, al trabajo, a la familia y a la cultura. De todos modos, esa preocupación resulta falsa e ilusoria si no se defiende con la máxima determinación el derecho a la vida como el derecho primero y fontal, condición de todos los otros derechos de la persona”.


Ruego para que pueda ver el grave error de su decisión, y la forma en que ésta rebaja la proclamación que la Iglesia hace del Evangelio de la Vida en nuestro tiempo.

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Monseñor Gregory Aymond, obispo de Austin, también hizo público un comunicado:


Como fue anunciado recientemente, la Universidad de Notre Dame en South Bend, Ind., otorgará al presidente Barack Obama un grado honorífico, y le ha pedido que diera el discurso de la ceremonia de graduación.


Junto con muchos otros católicos, expreso mi gran decepción y tristeza de que una Universidad católica honre a alguien que es “pro-choice” y que sostiene muchos valores contrarios a nuestra fe católica.


Ante una situación tan triste, como católicos debemos continuar siendo pro-vida y proclamando con mayor fuerza todavía los valores de Cristo y las enseñanzas de la Iglesia Católica.


En mi opinión, es muy claro que en este caso, la Universidad de Notre Dame no está a la altura de su identidad católica al conceder este reconocimiento, y sus líderes necesitan nuestra oración.

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El Cardenal Daniel DiNardo, Arzobispo de Galveston-Houston, en la última parte de un mensaje pastoral (aún no publicado en el sitio web de la arquidiócesis, aparece en el Texas Catholic Herald), expresó también su decepción:


Quiero atreverme a comentar acerca de la declaración de la Universidad de Notre Dame, recientemente publicada; declaración que indicaba que el presidente ha aceptado una invitación a dar el discurso de la ceremonia de graduación de este año, y a recibir un grado honorífico en leyes. La noticia publicada también explica el hecho de que otros presidentes han dado el discurso de la ceremonia de graduación en Notre Dame, y han puesto así de relieve la importancia de la universidad. Encuentro muy decepcionante la invitación. Aunque puedo comprender el deseo de una universidad de tener el prestigio de contar con el presidente de los Estados Unidos para el discurso de graduación, el tema moral fundamental del inestimable valor de la persona humana desde la concepción hasta su muerte natural es un principio que penetra todas nuestras vidas como católicos, y todos nuestros esfuerzos en la formación, especialmente en la educación de los lugares católicos de altos estudios. El presidente ha dejado en claro, con la palabra y las obras, que promoverá el aborto y que removerá incluso aquellas limitadas sanciones que controlan este acto de violencia contra la persona humana. Los Obispos de los Estados Unidos publicaron un documento unos años atrás, pidiendo a todas las universidades católicas que eviten dar una plataforma o un reconocimiento a aquellos políticos o figuras públicas que promuevan el quitar la vida a los no nacidos. No obstante la dignidad del oficio del presidente, esta oferta está proveyendo una plataforma y un reconocimiento a una figura pública que ha sido clara en su visión pro-aborto. Particularmente problemático es el grado honorífico en leyes, dado que éste reconoce que la persona es un “maestro”, en este caso en Leyes. Creo que esta decisión requiere una crítica caritativa pero vigorosa.

se puso negro el acto

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Traducciones: La Buhardilla de Jerónimo

jueves, 25 de marzo de 2010

ANIVERSARIO DE LA MUERTE DE MOSEÑOR LEFEVBRE


Monseñor Lefevbre y la sede Romana-aniversario de su muerte 25 de Marzo
R. P. Juan Carlos Ceriani

*Posición inalterada de Monseñor Lefevbre durante 20 años.
*Dificultades que entraña la opinión sedevacantista.

PARA QUE LA DISPUTA NO, SE VUELVA DISCORDIA

Hoy en día se ha extendido en algunos círculos católicos preocupados por el colapso posconciliar la opinión de que, a causa de los errores de los últimos papas, desde Juan XXIII al actual, la Sede Romana estaría vacante por herejía de sus ocupantes, o bien que la elección de éstos habría sido inválida. Esta opinión reconoce infinidad de matices que no es posible distinguir aquí, pero de un modo general se la conoce como sedevacantismo.
La Fraternidad Sacerdotal San Pío X no sostiene tal opinión. Es más, desaprueba que sus sacerdotes prediquen en tal sentido. Algunos fieles, no obstante, se inclinan por esta corriente de pensamiento y en algunos casos han actuado de un modo conflictivo. Tampoco han faltado sacerdotes que, llevados por estas ideas, dejaron nuestra obra.
Tenemos la impresión de que muchos de los que son arrastrados por esta opinión adhieren a ella de un modo imprudente, como una manera particular de expresar el sentimiento común de oposición a la corriente modernista que impera en Roma, pero sin fundamentos suficientes, sobre la base de conclusiones no debidamente justificadas en bases teológicas sólidas. Para algunos espíritus la idea es atractiva, sugerente, parece solucionarles muchas cosas. Para otros un punto en el que atrincherarse ante una visión casi desesperanzada de la tremenda realidad de la Iglesia de hoy. Para la mayoría de los fieles, en cambio, algo imposible de desentrañar cuando no ajeno a sus preocupaciones. Sin embargo, más allá de estos matices, el problema está planteado y puede ser fuente de una legítima inquietud espiritual e intelectual.
Porque es un tema muy complejo, indescifrable para muchos y ajeno a la mayoría, la Fraternidad ha sido prudente en el debate público de esta opinión. Hoy por hoy creemos conveniente publicar este trabajo del R.P. Juan Carlos Ceriani en el cual ensaya una sistematización de las dificultades que implica la hipótesis sedevacantista en sus principales matices, aunque no trata de todos ellos. Lo damos a publicidad porque quienes se sienten legítimamente preocupados tienen el derecho a estar informados, y además porque -confundiendo prudencia con timidez- se nos ha acusado de ocultar el tema, o de no tener argumentación sólida al respecto. Es el momento de aventar esa confusión.
Este trabajo es un ensayo y como tal sujeto a controversia. Se lo podrá objetar o aprobar, pero en ninguno de estos casos ignorar; si se lo desea rebatir, lo menos que puede pedirse al posible objetor es que recorra las mismas fuentes que ha transitado el autor, en una tarea investigativa verdaderamente encomiable. De su lectura en más, creemos, muchos de los que han sido fascinados por la idea del sedevacantismo reflexionarán sobre las dificultades que entraña sostener responsablemente tal opinión y quizás de este modo lleguen a advertir que la polémica al respecto debe ser muy prudente, franca y alejada de todo espíritu sectario Una disputa (contradicción de pensamientos) signada por el espíritu de apertura intelectual, de búsqueda de la verdad y nunca basada en o fuente de discordia (contradicción de sentimientos).
Los fieles que deseen consultar a los sacerdotes respecto a este tema tienen, como siempre, entera libertad de expresarse francamente. Todos los amigos de la Fraternidad saben -y siempre ha sabido- cuál es la posición oficial y cuál ha sido desde un comienzo. Nadie los ha engañado ni les ha ocultado nada. Nadie ha pretendido forzar sus conciencias, (como se h a oído susurrar). Simplemente se les ha advertido del daño que tales ideas pueden causar si son repetidas sin fundamentos o debatidas fuera de un marco mínimo exigible de seriedad. Es el momento de seguirlas recomendaciones de Monseñor Lefebvre al respecto manteniendo, aun en la diversidad de opiniones, un espíritu unánime de prudencia, caridad y concordia, es decir, obrar como siempre ha obrado la Iglesia en estos casos de cuestiones disputadas. Si la disputa nos lleva a la discordia, es porque detrás de ella hay un mal espíritu que debemos detectar y rechazar.
Por lo demás, es conveniente que cada uno guarde su lugar. Demasiados periti conciliares entusiasmados por sus ideas personales han sido causa, en buena medida, del desastre conciliar. No repitamos una versión sui generis de aquella lamentable experiencia. Nadie debe arrogarse el oficio de teólogo si no ha sido llamado a él y confirmado como doctor por la Iglesia; y quienes se consideran llamados, deben ser capaces de sostener con el rigor de la ciencia aquello que afirman, no meramente murmurarlo.
Para algunos lectores el tema será novedoso. De su lectura sacarán provecho porque revisarán o reafirmarán muchos conceptos, y podrán comprobar con cuanta libertad la Iglesia a tratado estos temas en todos los tiempos, a la vez que con cuánta prudencia y erudición por parte de los teólogos. Les será de gran utilidad porque una fe ilustrada es mucho más eficiente en la lucha doctrinal que sostenemos.
Esperamos de parte de todos la misma franqueza y honestidad intelectual.
Quien deba entender, que entienda.


La redacción.

PLAN DE LA OBRA

El presente trabajo conforma una de las partes de la conferencia dada en Buenos Aires bajo el títiulo "El principio de autoridad frente a un falso dilema: obediencia ciega o sede vacante". Omitimos la parte referida al tema de la obediencia porque ya ha sido convenientemente tratada en otras publicaciones, y dedicamos este trabajo a la segunda.
Esta segunda parte está dividida en dos. En la primera reproducimos-un conjunto de textos de Mons. Marcel Lefebvre en los cuales se testimonia su posición frente al crucial problema de la Sede Romana, a lo largo de los años en que ha actuado públicamente como Fundador y Superior General de la Fraternidad San Pío X y actualmente como su inspirador y guía espiritual. No se trata de una selección exhaustiva sino representativa de lo que ha sido su línea de pensamiento al respecto. En su mayoría, estas declaraciones han sido realizadas en conferencias a los seminaristas y sacerdotes en Econe. Están grabadas y pueden ser cotejadas por quienes comprendan el francés. Cuando se trata de otro tipo de documentación, queda aclarado en cada lugar. Los paréntesis son nuestros en todos los casos, salvo cuando aparecen en itálica, y han sido incluidos para aclarar al lector algunas referencias internas de los textos. También se mencionan conferencias cuyas grabaciones aún no están en nuestro poder pero se han pedido a Econe. Cuando se reproducen artículos ya publicados, en algunos casos se ha corregido la traducción por razones de estilo.
En el tramo final del trabajo, (parte II de la segunda parte) se intenta una justificación teórica de esta posición práctica de Monseñor Lefebvre, es decir, fundamentar teológica y jurídicamente los principios prácticos que guían la actitud prudencial de nuestro Fundador.


POSICIÓN INALTERADA DE MONSEÑOR LEFEVBRE DURANTE 20 AÑOS

NOTRE-DAME DE PARIS NO ES UNA SINAGOGA




El abad de CACQUERAY (FSSPX) rechaza el judaísmo y la masonería en la catedral de París, y acusa al rabino Krygier ser un "desprecio" de la divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, el Padre en el rechazo de los hechos Nostra Aetate

Publication du 23 mars 2010 La liberación de 23 de marzo 2010

Régis de Cacqueray Indignation face au pseudo « évêque » 'Mgr' Vingt-Trois et silence complice face à l'abbé apostat Ratzinger-Benoît XVI. Indignación por el apodo de "obispo", "obispo" Veintitrés y el silencio cómplice contra el sacerdote apóstata Ratzinger-Benedicto XVI.

CIVITAS et le MJCF (FSSPX) s'opposent au prêche du rabbin Krygier à Notre-Dame de Paris, avec le soutien postérieur mais vibrant de l'abbé de Cacqueray (FSSPX). CIVITAS y MJCF (FSSPX) se oponen a la predicación del rabino Krygier en Notre Dame de París con el puesto de apoyo, pero el abad vibrante de CACQUERAY (FSSPX).

Le Supérieur du District de France de la FSSPX vient de publier un communiqué le 22 mars 2010, où il apporte son soutien public total aux jeunes fidèles de la FSSPX qui ont chahuté et perturbé l'intervention du rabbin Krygier , invité à donner une « conférence de Carême » à Notre-Dame de Paris , sur l'invitation du pseudo-«cardinal» Vingt-Trois . El Superior de Distrito de la FSSPX en Francia, ha publicado una declaración de marzo 22 de 2010, donde aporta su apoyo público total a jóvenes seguidores de la FSSPX, que interrumpieron e interrumpió la intervención del rabino Krygier, invitados a una conferencia " Cuaresma "en Notre-Dame de París, por invitación de la pseudo-" Cardenal "Veintitrés.

Par son communiqué qui se justifie de sa forte opposition en invoquant l'enseignement de l'Église d'avant Vatican II sur les juifs qui rejettent Notre-Seigneur Jésus-Christ , et de par le discours du rabbin qui n'a eu de cesse de justifier sa présence dans une cathédrale au nom du décret conciliaire sur les juifs, l'abbé de Cacqueray a pleinement manifesté son rejet de la déclaration conciliaire Nostra Ætate . En su comunicado de prensa que justifica su firme oposición al invocar las enseñanzas de la Iglesia antes del Vaticano II sobre la Judios que rechazan a Nuestro Señor Jesucristo, y el discurso del rabino que reiteradamente ha para justificar su presencia en una catedral en nombre del decreto del Consejo sobre la Judios, el Padre de CACQUERAY ha demostrado plenamente su rechazo a la Declaración conciliar Nostra aetate.

« Le pape Benoît XVI est venu sceller à la synagogue de Rome « l'irrévocabilité » du dialogue judéo-chrétien. "Pope Benedict XVI vino a sellar la sinagoga de Roma" irrevocabilidad "del diálogo judeo-cristiano. Il faut l'entendre non comme un acquis mais comme un défi. Debe entenderse no como un logro, sino como un reto. » Rabbin Krygier, 21 mars 2010, cathédrale Notre-Dame de Paris . "Rabino Krygier, marzo 21, 2010, Notre-Dame de París.

« La cathédrale de Paris n'est ni une synagogue, ni un temple maçonnique. "La catedral de París no es una sinagoga, o un templo masónico. » Abbé de Cacqueray (supérieur du District de France de la FSSPX) , Suresnes, le 21 mars 2010 "Padre de CACQUERAY (Alto del Distrito de la FSSPX Francia), Suresnes, marzo 21, 2010



miércoles, 24 de marzo de 2010

VENGANZA TUERTA

JUSTICIA OFICIAL: ODIO Y VENGANZA

VENGANZA VICIOSA

A Santo Tomás de Aquino le debemos las sutiles distinciones entre venganza virtuosa y viciosa, así como el enunciado de las muchas causas por las que esta última tuerce la justicia, imposibilita la equidad y degrada tanto el honor de los hombres como el de las sociedades. Si lo que principalmente intenta el vengador –explica el Aquinate- es el mal de aquel de quien se venga y en él se complace, eso es totalmente ilícito, porque gozarse del mal de otro es odio, opuesto a la caridad. Ni vale el que alguien se excuse diciendo que intenta causar un daño a quien injustamente se lo causó a él, como tampoco queda uno excusado por odiar a quien lo odia. Pues no hay razón que justifique el que peque yo contra otro porque este primero pecó contra mí (S.Th, II, IIae, q.108,art.1).

Analizadas a la luz de estos rectos principios las múltiples acciones vengativas que ejecuta el Gobierno contra quienes combatieron al marxismo, no queda ni rastro de duda de la extrema ilegitimidad que tales acciones sistemáticamente configuran.Todo está planificado y ejecutado para que triunfe el rencor, el desquite y el revanchismo más atroz; como todo está sádica y morbosamente dispuesto para que quienes padecen el escarnio tribunalicio sean ultrajados a mansalva, antes, durante y después del pseudojuicio a que se los somete.

No hacemos referencia aquí a los inmensos desaguisados legales, que los más decentes hombres de derecho llevan registrados, sino a algo más grave que constituye la atmósfera intencional de esos estrados repelentes. Algo que es propiamente un espíritu demoníaco por el que se halla solaz en mostrar a los acusados en las situaciones más impúdicas y frágiles posibles. Es que una consigna implícita mueve a los actores de la terrible farsa, y es ella la degradacion inmisericorde de quienes han capturado y exhiben como rehenes. Así, en donde debiera señorearse la ecuanimidad, se sientan los terroristas triunfantes, subsidiando con descaro desde sus cargos oficiales a la turba que festeja la impunidad de sus crímenes. Acrece la indignación cuando se los escucha decir que en ésto aventajan los tiempos actuales a los pasados: en que ahora disfrutamos de los beneficios de tamaños juicios públicos. La ventaja, claro, es que facinerosos como Duhalde, Verbitsky o Bonasso, puedan encarcelar a los combatientes que se enfrentaron con la invasión cubana y soviética a la que ellos sirvieron. La ventaja,claro, es la falsificación de la historia y la glorificación de los victimarios; y la posibilidad de que degradados y presos los héroes de Tucumán y de Malvinas, el matrimonio usurero y vil de los Kirchner siga hablando de la memoria y de la identidad.

Diremos una vez más, y ya son cientas, que no todos los militares sometidos a condenas se nos hacen defendibles o justificables. Sustantivas diferencias nos separan de ellos, de sus ideologías y de sus procedimientos, y públicamente lo sostuvimos cuando estaban en la plenitud del poder y no sometidos al vilipendio, como ocurre en el presente. Pero estas diferencias, que muchísimo importan y que la historia veraz debería recoger, ceden ahora ante la contumacia de los vengadores. Porque no buscan ellos restituir algún bien alterado, el castigo del pecador en orden a su enmienda, o la tranquilidad social y la conservación de la justicia, como puntualiza Santo Tomás para calificar a la venganza legítima. Nada de eso. Lo que se busca y se logra, lamentablemente, es la apoteosis de la guerra revolucionaria, la continuación impune de su contracultura y su antinaturaleza, la promoción incondicional de la enemistad con el Orden Natural y Sobrenatural. Mientras,bajo tamañas ruinas del espíritu, florecen para estos delincuentes exculpados y ahora gobernantes los negocios más sucios de la plutocracia vernácula e internacional. Pocas veces la alianza liberal-marxista que configura al Régimen alcanzó la obscenidad y la indecencia que el kirchnerismo sabe imprimir a todo cuanto roza. Pocas veces las finanzas salvajes y el progresismo, el capital hebreo y la subversión, la alta banca y la putrefacción posmoderna, alcanzaron tanta coyunda de beneficios como en las actuales circunstancias.

No está el arreglo en llevar a los facciosos de ayer ante los tribunales. ¿Cuáles, los de los sodomitas, aborteras y ateos? Ni en mendigar una amnistía. ¿A quién, al despotismo criminal de los que gritan ni olvido ni perdón? Ni en seguir alimentando la mitología de los dos demonios, la Plaza de Mayo para todos, la reconciliación de los opuestos y fruslerías semejantes. El antídoto de la venganza es la Justicia. Que incluye la declaración y la ejecución de la justísima batalla contra la tiranía. En todos los órdenes. Como lo hicieran, por ejemplo, para su gloria, Alexander Solzhenitsyn o el Barón de Wrangel, o Jordán Bruno Genta y Horacio Fernández Cutiellos, si se nos piden ejemplos más cercanos. La pelea pendiente y necesaria ha de abarcar la totalidad de los ámbitos contaminados, y ha de contar con varones y mujeres que empiecen por tener claridad completa en las cabezas. Nuestro modesto aporte a tan pendiente como necesario combate, sea –por lo menos- llamar a las cosas por su nombre.

Antonio Caponnetto

A PROPÓSITO DE LA GUERRA ANTISUBVERSIVA

Diez Olvidos


No pasa día -en rigor, no pasa hora- sin que desde todos los medios masivos a su disposición, las izquierdas gobernantes y cogobernantes vuelvan una y otra vez sobre la condena del Proceso y de la Guerra Antisubversiva. Como tampoco pasa una hora sin que desde alguna instancia más o menos jurídica, nacional o transnacional se intente o se ejecute una nueva estrategia para mantener a los presuntos o reales represores de la guerrilla en permanente estado de acusación. Las respuestas y las reacciones que se suscitan ante tal estado de cosas están lejos de ser satisfactorias. Empezando por las respuestas de los jefes castrenses, que han optado entre entregarse sin combatir, a expensas de su honor, asociarse vergonzosamente al enemigo sirviéndole de guardia pretoriana o de embajadores, o proferir discursos pacifistas. El resultado es una confusión tan multiforme, una mentira tan honda y una falsificación tan sistemática de la historia, que nos parece oportuno presentar la siguiente enunciación de olvidos:


1.- Se ha olvidado, en primer lugar, la existencia del Comunismo Internacional, con su pecuela de cien millones de muertos durante el siglo XX. La cifra no es arbitraria, ni retórica ni antojadiza. Es el resultado de un cálculo científico, corroborado tras prolijas y actualizadas investigaciones de carácter demográfico, en una voluminosa obra escrita por seis autores insospechados de antimarxismo: El libro negro del Comunismo, Barcelona, Planeta-Espasa, 1998, en su versión castellana.
Los profesionales de la protesta antigenocida, tan prontos a blandir cantidades más emblemáticas y falsas que reales, (como las de los seis millones del Holocausto o la de los treinta mil desaparecidos), no han dicho una sola palabra a propósito de tan monstruosa constatación. Entre el 12 y 14 de junio de 2000, en Vilnus, Lituania, tuvo lugar el Primer Congreso Internacional sobre la Evaluación de los Crímenes del Comunismo (CIECC), organizado por la Fundación de Investigación de Crímenes Comunistas presidida por Vytas Miliauskas. No se ha visto ni se verá jamás allí a representante alguno de las agrupaciones defensoras de los derechos humanos, ni al juez Garzón y sus múltiples secuaces nativos y foráneos. Con lo que se constata una vez más -sin que haga falta- que los invocados derechos no son más que un recurso dialéctico de la Revolución, y que las tales agrupaciones que los invocan no han nacido sino para custodiar los intereses de la praxis marxista. Lo cual -pongámosnos de acuerdo- no sería incoherente ni lo más grave si no mediara el hecho de que los mencionados ideólogos y agitadores insisten en presentarse como pacíficos ciudadanos preocupados por cualquier atentado de lesa humanidad.


2.- Se ha olvidado, en segundo lugar, que al amparo de aquella estructura ideológico-homicida apa­reció en la Argentina el fenómeno del terrorismo marxista, responsable de innúmeros actos delictivos y sanguinarios, y causa eficiente de la guerra revolucionaria, a la que toda Nación así agredida está obligada a enfrentar, aún con el concurso de sus Fuerzas Armadas. No fue un hecho aislado ni eventual ni azaroso ocurrido en nuestro país; fue parte de una planificada y cruenta operación extendida -sucesiva y simultáneamente- por toda América y por otras regiones del mundo. La Argentina no vi­vió una guerra civil. Fue agredida desde las usinas internacionales del marxismo con el concurso de subversivos vernáculos.


3.- Se ha olvidado, en tercer lugar, que el susodicho terrorismo no fue sólo ni principalmente físico, sino psicológico, político, económico y moral, buscando como blanco antes las almas que las armas. El término subversión -hoy olvidado- da una idea exacta, en recta semántica, de lo que aquella planificada ofensiva comunista quería conseguir y consiguió. El terrorismo resultó derrotado, pero la subversión campea victoriosa, gobierna y justifica y legitima ahora a los terroristas. Este triunfo subversivo -que está instalado en todos los ámbitos, desde el universitario hasta el eclesiástico, desde el periodístico hasta el gubernamental- fue consecuencia directa de la imperdonable ceguera e ignorancia doctrinal de las Fuerzas Armadas, a través de sus sucesivas conducciones, partícipes todas de la cosmovisión liberal, progresista y moderna de la política. Prefirieron proclamar que los argentinos eran derechos y humanos -pagando tributo a las categorías mentales del enemigo- cuando lo que correspondía era saber definirse contrarrevolucionarios. Prefirieron tener por fin la democracia antes que la patria. La paradoja es que los titulares de aquellos gobiernos militares, miopes y cómplices del error no son enjuiciados ni castigados, como debieran serlo, por causa de esta derrota contra la subversión, sino en razón de su victoria contra el terrorismo.


4.- Se ha olvidado, en cuarto lugar, que tanto la subversión como el terrorismo contaron con el apoyo explícito e incondicional de las genéricamente llamadas agrupaciones internacionales de solidaridad. Principalmente de la célula Madres de Plaza de Mayo, cuyas integrantes -que manejan ahora hasta el funcionamiento de una "universidad", y que han sido insensatamente promovidas, homenajeadas y hasta recibidas en los ámbitos presidenciales- no dejan posibilidad alguna de duda sobre sus propósitos a favor de la lucha armada. Tampoco esto nos parece incoherente o lo más grave, sino el hecho de que se preterida presentar a las Madres como modelos de la defensa de la vida y de la libertad. Hay que decirlo de una buena vez: Madres, Abuelas e Hijos son tres agrupaciones terroristas que gozan de impunidad, y hasta cuentan en algunos casos con subsidios estatales, llamados eufemísticamente indemnizaciones.
Si las cosas se hubieran hecho bien, si una inteligencia cristiana hubiera comandado aquellas acciones bélicas, y una voluntad auténticamente castrense las hubiera consumado, no habrían existido desaparecidos sino ajusticiados, como consecuencia de una límpida, pública y responsable acción punitiva. Es posible, se dirá, que las Madres de Plaza de Mayo hubieran existido igual sin desaparecidos, pues su propósito institucional -quedó después en claro- no era recuperarlos sino apoyarlos y encubrirlos, desde la apelación a lo emocional hasta el uso de las armas. Pero si quienes libraron la guerra justa con­tra la subversión se hubieran abstenido de utilizar algunos de los mismos procedimientos perver­sos del adversario, su triunfo moral sobre ellos sería hoy apabullante e incuestionable.


5.- Se ha olvidado, en quinto lugar, que los soldados argentinos que combatieron en la ciudad o en los montes, bajo las formas más o menos clásicas de la guerra o las atípicas que el partisanismo impone, perdiendo por ello sus vidas o arriesgándose a perderlas, merecen la gratitud y el aplauso, el trato heroico y el reconocimiento de su valor. Ellos y sus familias vivieron múltiples peripecias y situaciones de riesgo, hasta que -muchos- cayeron en combate o quedaron gravemente mutilados. Libraron el buen combate sin ensuciar sus uniformes ni sus conductas. Sus nombres y los de las batallas en las que actuaron no pueden ser suprimidos de la memoria nacional, como vilmente viene sucediendo.

6.- Se ha olvidado, en sexto lugar, que no toda acción represiva es inmoral, y que aún del hecho de una represión ilícita no se sigue la inocencia de quienes la hayan padecido. Ambas cosas sucedieron en nuestro país. Hubo una represión del terrorismo perfectamente legítima y encuadrable dentro de los cánones de la guerra justa. Y hubo una represión -aconsejada por los eternos asesores de imagen que continuamente proporciona el poder mundial para estas ocasiones- que violó las normas éticas, siempre vigentes, aún en tiempos de conflagración, desnaturalizando aquella contienda y enlodando a quienes la ordenaban. Mas por enorme que resulte el repudio a aquel modo torcido de reprimir el accionar terrorista, ello no convierte en inocentes a todos aquellos sobre los cuales se ejecutó, ni en torturadores a todos aquellos militares que pelearon. Sin mengua de que hayan podido resultar lesionados algunos inocentes, hubo culpables reprimidos lícitamente y culpables reprimidos ilícitamente. Pero lo más penoso, es que hubo grandes culpables protegidos. Después, y hasta hoy, ocuparían los cargos más encumbrados del Estado. Muchos altos jefes de las FF.AA. deberían responder por esta altísima traición a la patria.


7.- Se ha olvidado, en séptimo lugar, que no existió ninguna dictadura militar ni ningún genoci­dio. Debió existir la primera -posibilidad prevista en la vida política de una nación y en las formas gubernamentales de emergencia en tiempos de anarquía- como respuesta necesaria y oportuna a la situación extraordinaria que se vivía entonces. Contrariamente, las sucesivas cúpulas castrenses procesistas se declararon en pro de "una democracia moderna, eficiente y estable", y se comportaron como una variante más del Régimen: la del partido militar. Hasta que trasladaron mansamente el poder al más conocido picapleitos del sanguinario jefe erpiano. La imagen de Bignone entregando satisfecho el mando a Alfonsín, defensor de Santucho, es el símbolo más elocuente de la inexistencia de dictadura castrense alguna, y la prueba más patética de la existencia de una connivencia oprobiosa entre aquellas mencionadas cúpulas procesistas y los mandos subversivos.
Así como no hubo dictadura no hubo genocidio, pues muertos por procedimientos lícitos o ilícitos, los guerrilleros abatidos no fueron perseguidos por cuestiones raciales o étnicas, sino por constituir un ejército invasor, de raigambre internacionalista, durante una contienda iniciada formalmente por ellos. Todas las comparaciones que se hacen entre el Proceso y el Nacionalsocialismo, resultan ridiculas, falaces, desproporcionadas y carentes de sustento. Tanto por la falsificación que comporta de los hechos argentinos como por la exageración de los hechos ocurridos en la Alemania del Tercer Reich. La estú­pida analogía no es más que propaganda comunista para consumo de ignorantes y de mendaces.

8.- Se ha olvidado, en octavo lugar, que no hubo un terrorismo de Estado sino una cobardía de Estado; del Estado Liberal concretamente, incapaz de hacerse responsable -con nombres y apellidos al pie de las sentencias- de las sanciones penales públicas más drásticas, perfectamente aplicables en tiempos de guerra contra un invasor externo con apoyos nativos. Pero más allá de esta cobardía repudiable, no puede establecerse ninguna simetría entre el Estado agredido que justamente se defiende y preserva, y la acción disociadora de las células guerrilleras, que pretendían constituirse en un Estado dentro del Estado. Hubo acciones represivas del Estado Argentino perfectamente plausibles, como la intervención militar en Tucumán con el Operativo Independencia. Y otras medrosas e indignas, según las cuales, la clandestinidad y la "ofensiva por izquierda" eran preferibles a la reacción diestra y nítida.


9.- Se ha olvidado, en noveno lugar, que no existieron campos de concentración ni holocaustos
de ninguna especie. En todo caso, tan mal pudieron pasarla los guerrilleros detenidos como los secuestrados en las cárceles del pueblo. Los casos de Larrabure e Ibarzábal seguirán siendo terriblemente paradigmáticos al respecto.
La tortura es un procedimiento inmoral, aunque quepan algunas distinciones casuísticas sobre la aplicación de los castigos físicos. Mas no existe un determinismo que convierte a todo militar en un torturador, sino una naturaleza humana caída que puede degradar al hombre, cualquiera sea el bando al que pertenezca. La dialéctica que hace del militar un torturador y un secuestrador de criaturas y del guerrillero una víctima mansa e indefensa, no resiste la menor confrontación con la realidad y es parte constitutiva de una nueva y grosera leyenda negra. Pero también debe decirse que no toda medida de con-tención física de un delincuente es tortura, ni lo es todo interrogatorio de un culpable, y que resulta una hipocresía inadmisible escandalizarse por la falta de un trato humano después de habérselo negado a otros.


10.- Se ha olvidado, en décimo lugar, que no eran alegres utopías las que movilizaban a los cuadros guerrilleros sino un odio visible sostenido en una ideología intrínsecamente perversa. No eran tampoco desprotegidos y desguarnecidos corderos, a merced de una jauría desenfrenada de soldados, sino tropas fríamente adiestradas y entrenadas para matar y morir. Ninguna inocencia los caracterizaba. Ningún atenuante los alcanza. Secuestraron y maltrataron a sus víctimas horrorosamente; extorsionaron y se desempeñaron como victimarios de su propio pueblo; practicaron el sadismo entre sus mismos compañeros de lucha; tuvieron sus centros clandestinos de detención; arrojaron a muchos jóvenes y hasta adolescentes al combate, utilizando después sus muertes como propaganda partidaria y como argumentos sentimentales contra la represión. Y no se privaron de escudarse en sus propios hijos para propiciar sus fugas o para cubrirse en las refriegas, dejándolos abandonados en no pocas ocasiones. Esos hijos por los que hoy se reclama fueron, en algunos casos, abandonados por sus mismos padres, después de haberlos usado como coartada, tal como surge con toda claridad de muchas de las actuaciones judiciales respectivas. No todo hijo de desaparecido fue arrancado de sus padres, adulterado en su identidad y entregado en tenencia a una familia sustituía. Muchos fueron abandonados por la pareja de guerrilleros que eventualmente los tenía consigo o que los había engendrado. Y fueron recogidos, adoptados y criados con las mejores intenciones por abnegados ciudadanos o por solícitas familias castrenses.


Queden señalados esquemáticamente estos olvidos. No son los únicos sino los que conviene recor­dar en los duros momentos actuales. Queden señalados, porque recordar es un deber, y olvidar es una culpa. Queden señalados, porque sin la memoria intacta y alerta no se puede marchar al combate. Y el combate aún no ha terminado. •

Antonio Caponnetto

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martes, 23 de marzo de 2010

LA MUJER QUE EL PAPA TEMIA


A las 12:12 PM, por Alberto Royo
Categorías : Papas
OLIMPIA MAIDALCHINI Y EL PONTIFICADO DE INOCENCIO X
Figura curiosa y enigmática donde las haya en la historia de la Iglesia, fue sin duda una de los grandes protagonistas de la Roma del siglo XVII. Hija de de un constructor de Viterbo, Sforza Maidalchini y de Victoria Gaulterio, noble de Orvieto, Olimpia nació en Viterbo el 26 de mayo de 1595, justo un año antes de la nuerte, el mismo día y mes, del gran San Felipe Neri, que también dejó huella en Roma, pero muy distinta. Su padre tenía la fijación de dejar como único heredero al hijo varón, mientras que decidió que las tres hijas deberían ir al convento, como ocurría con frecuencia en las familias nobles de aquella época, y dicho y hecho, Olimpia, fue confiada a los consejos de un director espiritual que la convenciese a tomar los hábitos. Pero ella, que por nada del mundo quería ser religiosa, no encontró otro modo de librarse del claustro que el siguiente, que sin duda refleja a las claras su carácter: Acusó al confesor de hacerle proposiciones indecentes. Contemplando a la muchacha, el pecado del confesor podía ser incluso comprensible… aunque era mentira.

Celebrado el consiguiente proceso y el sacerdote fue salió absuelto, pero eso no importaba, el escándalo organizado impidió que Olimpia entrara de novicia. Cuenta la leyenda que rodea a esta mujer, que años después, como cuñada del Papa y en lo más alto de su poderío, hizo nombrar obispo al desdichado sacerdote que años antes ella había hecho pasar por libidinoso. De todas maneras, sobre esta historia del episcopado, como dicen en Italia, se non è vero è ben trovato. El caso es que la funesta ocasión obligó al padre a casarla con prisas, que era en el fondo lo que ella quería. Se casó con un hombre rico y anciano de Viterbo, Paolo Pini, que tuvo la discreción de morirse a los tres años de la boda, djendo a la viuda una considerable fortuna.

Con su determinación, Olimpia había logrado cambiar el panorama de su vida. Ahora era una viuda joven y rica y sin prisas podía elegir al candidato de las nuevas nupcias. Convenía que fuera algún noble de Roma, para poder dejar la vida de provincia que a ella se le quedaba pequeña, y pronto apareció un buen candidato en los ambientes aristocráticos de la Urbe: Se trataba de Pamphilio Pamphili, 30 años mayor que Olimpia, y el único mérito suyo del que tenemos noticia era ese sonoro nombre. Pertenecía a la noble familia de Umbría instalada en Roma de la cual hoy podemos contempalr varios palacios bellísimos por la ciudad eterna y, desde otro punto de vista, la familia pronto adquirió otro tipo de fama y poder todavía más salientes en la sociedad romana, pues un hijo de la familia, concretamente el hermano de Pamphilio, Giovanni Battista, llegó a la Sede de Pedro y gobernó con el nombre de Inocencio X.

Esto ocurrió más de 30 años después de su boda, ocurrida en el 1612, la cual tuvo conclusión rápida por la muerte temprana del marido. Olimpia quedó otra vez viuda y con una gran fortuna, mayor todavía que en la primera viudedad, (aunque su segundo marido tenía mucha nobleza pero no tanta fortuna) que dedicó no precisamente a las obras de misericordia, sino para promover la carrera eclesiástica de su cuñado, al cual desde el principio de su matrimonio estuvo muy unida por estrecha amistad, provocando las más variadas murmuraciones de la nobleza romana.


Nunca se ha demostrado que entre Olimpia y Giovanni Battista hubiese nada más que amistad, aunque los rumores no faltaron, como ya he dicho, pero lo que parece más verosimil es que la ayuda económica fuera destinada a reforzar su propio poder de mujer insaciable en este sentido, y obtener también algún otro beneficio económico. Sin llegar a los excesos típicos de leyenda negra de libros como “Mistress of the Vatican: The true story of Olimpia Maidalchini” de Eleanor Herman, otros autore más moderados como la italiana Daniela Eritrei prefiere pensar en posibles ganancias económicas a través de los favores que podía obtener desde la cercanía al Papa. Se cuenta, por ejemplo, que Bernini obtuvo la comisión de la fuente de los Cuatro Ríos de la Piazza Navona por haberle hecho a Donna Olimpia un modelo de dicha fuente de metro y medio. Pero esto fue años más tarde.

El dinero se lo gastó y su cuñado fue elgido Papa en 1644. Giambattista había sido nuncio en Nápoles y luego en Madrid, lo que le había permitido trabar buenas relaciones españolas. Tras la muerte de Urbano VIII en, en el cónclave los candidatos de España y Francia estaban empatados a votos y se decidió elegir a un cardenal anciano para que durase poco y no hiciera cambios. Así, Giambattista Pamphili, a los 72 años, se convirtió en Inocencio X. No tardó el nuevo Pontífice en corresponder a la ayuda económica de su cuñada y una de las primeras medidas de Inocencio X fue nombrar cardenal al hijo de Donna Olimpia, su sobrino Camillo Pamphili, lo cual no extrañó a nadie, pues el nepotismo todavía no estaba erradicado de la curia romana.

Pero lo que conmovió a Roma es que esa mujer que acompañaba al anciano Papa se pusiera a gobernar de inmediato, y con puño de hierro, los asuntos de la Iglesia. Fue nombrade en 1645 Princesa de San Martino al Cimino y feudataria de diversas localidades, como Montecalvello, Grotte Santo Stefano y Vallebona, lo cual conllevaba pingües ingresos. Pero lo más importante era el poder que tenía en la corte romana y que todos reconocieron mientras vivía su cuñado, pues todos sabían que a través de ella era el mejor modo de llegar a su cuñado. Tuvo Donna Olimpia un papel fundamental en la organización del Jubileo del año 1650, para el que ee esperaba una extraordinaria afluencia de cristianos de toda Europa y Donna Olimpia creó un organismo de asistencia a los peregrinos que dicen que llenó sus arcas con las limosnas y los gastos de los visitantes.

Mientras tanto, Inocencio X, que mostraba una gran energía en la política exterior enfrentándose con Francia, toleraba la escandalosa situación interna, y para disimular bendecía la creación del Instituto de Viudas en Duelo, promovido por su cuñada, dedicado a propagar la devoción de la Purísima. Todo el poder de Francia, que ya era la primera potencia del mundo, no le amedrentaba, pero era incapaz de reprender a la que todos llamaban papisa, que parece ser se dirigía a él sin guardar las formas, llamándole “Gianbattista”.

Como es de suponer, la extraña pareja que ocupaba el trono de San Pedro dio lugar a muchas habladurías. El pueblo romano, de siempre sarcástico, acostumbraba a colocar papeles con críticas ingeniosas en la estatua llamada Pasquino situada en la plaza del mismo nombre -de ahí viene la palabra pasquín-, como hoy todavía se hace, criticando sobre todo a los políticos, pero también expresando otras opiniones, con Donna Olimpia, el Pasquino estuvo muy solicitado. Olim pia, nunc impia decía un panfleto de los cultos, pues estaba en latín. Jugando con lo de pía, el ingenio popular desarrolló un apodo para ella: Pimpaccia. Otro pasquino más vulgar aprovechaba un proverbio machista: “Donna è danno, Olimpia Maidalchina è donna, danno e rovina“. Porque la verdad es que la gente le tenía auténtico miedo a Donna Olimpia, y ese temor se mantuvo hasta más allá de su muerte. Era vox populi que esta señora mandaba más que el anciano Papa y de este modo la ha recordado la historia y la leyenda

Se cuenta que cuando murió Inocencio X en 1655, Donna Olimpia arrambló con todos los objetos de valor de la habitación pontificia -se habla de dos arcones llenos de oro, pero puede ser fruto de la imaginación de la gente- y salió corriendo de Roma. Lo que sí se sabe es que el cadáver del Papa quedó abandonado durante 24 horas y los ratones empezaron a roerlo. Tuvieron que ser los criados quienes le proporcionaran un modesto entierro. Se cuenta también que cuando se le pidió que colaborase con los gastos del funeral respondió: “¿Qué puede hacer una pobre viuda?“

Cuando Donna Olimpia murió años después, dejó una herencia de dos millones de escudos de oro, una fortuna muy considerable para la época. Después de su muerte surgieron entre el pueblo romano todo tipo de leyendas acerca de ella y de un supuesto “fantasma” suyo que recorrería la plaza Navona (en la que está uno de los palacios de la familia Doria Pamphili), atravesaría el Ponte Sisto y acabaría sumergido en el Tiber montado en un carro lleno de las riquezas del difunto Papa, cada 7 de enero, aniversario de la muerte de Inocencio X.

Lo que no es leyenda es que Velázquez, en su segunda visita a Roma, hizo el que se considera mejor retrato de la historia del arte, el de Inocencio X. Cuando el Papa se contempló, dijo: “Troppo vero”, demasiado auténtico. La pintura desnudaba su alma sin tapujos. Velázquez también pintó su “pendant”, como se denomina a la pareja en los retratos matrimoniales, pero el retrato de Donna Olimpia se perdió. Sin embargo, los retratos que conservamos de ella hablan por sí sólos del carácter de esta mujer a la que el Papa temía.

BENEDICTO XIII


BENEDICTO XIII (ORSINI), UN PAPA SIN TACHA NI DOLO

RODOLFO VARGAS RUBIO

El nombre de Benedicto XIII se presta a alguna confusión, ya que lo llevaron dos papas: el aragonés don Pedro de Luna, famoso por su resistencia a toda prueba, contra todo y contra todos, en su castillo de Peñíscola, y el italiano Pietro Francesco Orsini, en religión fra Vincenzo Maria. Trescientos años separaban al primero del segundo, pero cuando éste fue elegido, aún ardían los últimos rescoldos del Gran Cisma en el ánimo de muchos a pesar del tiempo transcurrido. El cardenal Orsini quiso tomar el nombre de Benedicto XIV por respeto al aragonés, pero fue disuadido de ello por los cardenales italianos, fieles a la vieja tradición de reconocimiento de la obediencia urbaniana de la Curia Romana (que, por consiguiente considera antipapas a los pontífices de la aviñonesa). Fue así como hubo un segundo Benedicto XIII en la Historia del Papado y es de éste de quien nos vamos a ocupar en estas líneas.

El primogénito de Fernando III, duque de Gravina en el Reino de Nápoles, nació el 2 de febrero de 1649. Su familia era una rama segundogénita de los Orsini de Bracciano, que constituían a su vez una de las líneas descendientes de Matteo Rosso el Grande (1178-1246), primero en llevar el apellido Orsini (de domo filiorum Ursi) junto con su hermano Napoleone, ambos hijos de Giangaetano Bobone, primo del papa Celestino III, el primer pontífice en seguir una política nepotista planificada (lo cual era hasta cierto punto natural en los tiempos que corrían, en los que los Papas necesitaban rodearse de gente de su confianza). Matteo Rosso, senador de Roma, fue amigo de San Francisco de Asís (se hizo terciario) y padre del segundo pontífice de la dinastía: Nicolás III, que reinó de 1277 a 1280 y siguió el ejemplo de su tío y predecesor Celestino III, favoreciendo grandemente a sus parientes, para los que quiso crear un feudo con la Toscana y la Romaña (en lo que fue precursor de Alejandro VI, que quiso algo parecido para su hijo César Borgia).

Los Bobone eran de antiguo origen romano y, ya conocidos como Orsini, se distinguieron por su apoyo al Papado, abrazando el partido güelfo en la lucha de aquél contra el Imperio, lo que los opuso a los Colonna (descendientes de los Teofilactos y Crescencios, señores de Roma en la época de la pornocracia), los cuales eran gibelinos, es decir partidarios del Emperador. Orsini y Colonna se enfrentaron durante mucho tiempo por el control de la Ciudad Eterna, llegando al enfrentamiento armado. De esta rivalidad quedó un vestigio testimonial hasta época reciente: el desempeño por turno anual del cargo honorífico de Príncipe Asistente al Solio, vinculado de modo hereditario a ambas dinastías, como representantes del patriciado romano (esta medida sería adoptada precisamente por Benedicto XIII para evitar disputas de precedencia). La supresión de la Corte Pontificia por Pablo VI sepultó para siempre el recuerdo de una histórica enemistad.


El abuelo y homónimo de nuestro biografiado, Pietro Francesco Orsini, conde de Muro Lucano (+ 1641), que sería conocido como el Ducapatre, recibió el ducado de Gravina de su prima Felicia Maria, viuda de Enrique II de Montmorency (ejecutado por orden de Richelieu) y descendiente, por su madre Giovanna Borgia, de Alejandro VI (de quien también procedía por línea materna Inocencio X, el papa reinante cuando nació el futuro Benedicto XIII). Fernando III Ferrante, hijo y sucesor del Ducapatre, murió cuando su primogénito contaba apenas nueve años. Dejaba seis hijos de su esposa donna Giovanna Frangipane della Tolfa, de la nobleza napolitana. Pietro Francesco había sido bautizado el mismo día de su nacimiento en la catedral de Gravina por el obispo, su tío Attilio Orsini. Fueron sus padrinos el príncipe don Marzio Pignatelli di Spinazzola (hermano del futuro papa Inocencio XII) y donna Teresa Mannaini, duquesa de Acerno. Le seguían en orden de nacimiento: Domenico (1652), Fulvia, Aurelia, Scolastica Maria y Dorotea. Su único hermano varón estaba destinado, según las costumbres señoriales de la época, a la prelatura en tanto que segundón.

La duquesa Giovanna se hizo cargo de la tutela de Pietro Francesco, convertido en nuevo duque de Gravina y titular de varios feudos más. Procuró que su educación y la de su hermano Domenico fueran las más esmeradas. Por eso los confió a los Padres Dominicos de la iglesia de San Tommaso (hoy San Domenico) de Gravina. A los 15 años, el joven duque dominaba el latín y versificaba en esa lengua clásica. Su madre comenzó entonces a proponerle insistentemente buenas ocasiones de casarse para perpetuar la dinastía y ensanchar sus dominios. Pero Pietro Francesco no sentía inclinación por el estado del matrimonio ni por los negocios del ducado. Entre los frailes predicadores había aprendido a amar la orden de Santo Domingo, así que un día confió al obispo de Gravina, Mons. Domenico Cennini, su voluntad de abrazar la vida religiosa como dominico. El prelado apoyó su vocación y le sugirió alejarse de su feudo para evitar presiones, indicándole ir a un convento de la orden en Venecia.

El heredero de los Orsini obtuvo de su madre el permiso de viajar bajo el pretexto que quería conocer Italia, partiendo en 1667 con rumbo a la Serenísima República. Allí, el 12 de agosto de 1668, en el convento de San Domenico di Castello, visitó el hábito dominico. Cuando la familia se enteró, procuró por todos los medios de disuadirlo. Acudieron incluso al mismísimo Papa, pero ni siquiera Clemente IX fue capaz de quitarle la idea de consagrarse a Dios para siempre. Al final, la madre cedió y el novicio resignó todos sus derechos temporales en su hermano Domenico, que quedó convertido en nuevo duque de Gravina. Donna Giovanna recordaría entonces un episodio de cuando se hallaba encinta de su primogénito. Pasó por el palacio ducal de visita un bachiller dominico que encontró a la duquesa bordando una casulla. El religioso le dijo que el hijo que esperaba estaba destinado a revestirse con ella.

De Venecia pasó a Roma, donde hizo la profesión religiosa con el nombre de fra Vincenzo Maria, el 13 de febrero de 1669, en el convento de Santa Sabina en el Aventino, habiéndosele dispensado unos meses de noviciado debido a su fervor y adelantamiento espiritual. Cursó la Filosofía y la Teología sucesivamente en Nápoles, Bolonia y Venecia. Recibió el diaconado el 22 de febrero de 1671, siendo ordenado sacerdote dos días más tarde por el cardenal Emilio Altieri (futuro papa Clemente X). Su primera misa la cantó en Gravina para consuelo y regocijo de los suyos, especialmente de su madre. Acabados sus estudios se le destinó al convento dominico de Brescia como lector de Filosofía. Allí se distinguió por su cultura y piedad, componiendo el elogio fúnebre del cardenal Antonio Barberini, nepote de Urbano VIII, y una carta laudatoria del hábito religioso.

Al poco tiempo fue trasladado al convento de Bolonia, donde le llegó la inesperada nueva de su creación cardenalicia, a tan sólo veintitrés años. Clemente X le había otorgado la sacra púrpura en el consistorio del 22 de febrero de 1672. Quiso oponerse, pero sus superiores le obligaron a plegarse a la voluntad del Papa en virtud de santa obediencia. Recibió solemnemente el capelo y el título de San Sixto el 16 de mayo siguiente en Roma. Clemente X quiso retenerlo en la Curia Romana y el 4 de enero de 1673 lo nombró prefecto de la Sagrada Congregación del Concilio. En ella permaneció dos años hasta que, habiendo mostrado grandes dotes pastorales, fue preconizado obispo. Se le dio a elegir entre las diócesis de Salerno y Manfredonia, eligiendo esta última por ser la más pobre y necesitada del celo paternal de su prelado. Elegido el 28 de enero de 1675, fue consagrado el 3 de febrero siguiente en la iglesia dominica de los Santos Domingo y Sixto por el cardenal Paluzzo Paluzzi Altieri degli Albertoni, nepote de Clemente X y prefecto de la Propaganda Fide. Fueron los co-consagrantes Mons. Stefano Brancaccio, arzobispo-obispo de Viterbo y Toscanella, y Dom Costanzo Zani, obispo benedictino de Imola.

En Manfredonia organizó la caridad, fundando el Monte de Piedad y el Monte de la Annona, así como un hospital para peregrinos y enfermos pobres; también dotó a la diócesis de un seminario conciliar y creó nuevas prebendas eclesiásticas. Hubo de viajar a Roma para participar en el cónclave de 1676, que siguió a la muerte de Clemente X y del que salió elegido Inocencio XI. Después de regresar, reunió un sínodo diocesano en 1677, que dio buenos frutos. El 22 de enero de 1680 fue trasladado a Cesena, en el Estado Pontificio, pero no logró habituarse ni al clima ni a la gente, deseando volver a los dominios napolitanos. Sin embargo, hubo de pasar allí casi siete años de pontificado, los cuales aceptó como una penitencia. Finalmente, el 8 de diciembre de 1686 fue nombrado arzobispo de Benevento, sede que amó desde el mismo momento en que la pisó y que no dejaría ni siquiera al ser elegido papa. Allí introdujo la práctica de convocar cada año un sínodo diocesano para mantener la disciplina eclesiástica. Como había hecho en Manfredonia, también se prodigó en obras de beneficencia, cuyo recuerdo aún perdura. Tuvo ocasión de demostrar su gran temple las dos veces que Benevento fue sacudida por sendos terremotos: el del 5 de junio de 1688 (en el cual salvó la vida milagrosamente, saliendo indemne de las ruinas de su palacio bajo las cuales había quedado sepultado) y el del 14 de marzo de 1702. La reconstrucción de la ciudad se debió en gran parte a la iniciativa de su arzobispo, que mereció ser llamado “el segundo fundador de Benevento”.

Su actividad pastoral no le impidió el cumplimiento de sus deberes como cardenal de la Santa Iglesia Romana, participando en los cónclaves de 1689 (elección de Alejandro VIII), 1691 ( elección de Inocencio XII), 1700 (elección de Clemente XI) y 1721 (elección de Inocencio XIII). El 3 de junio de 1701 optó al orden de los cardenales-obispos, recibiendo la diócesis suburbicaria de Frascati, aunque reteniendo la administración de Benevento. El 18 de marzo de 1715, optó a la diócesis suburbicaria de Porto y Santa Rufina, siempre reteniendo Benevento, archidiócesis que amaba verdaderamente. El cardenal Lambruschini (futuro Benedicto XIV), hizo el elogio del celo apostólico del cardenal Orsini: “Visitar cada año una parte de la diócesis; edificar o restaurar iglesias magníficas; consagrar altares para la celebración de los sagrados misterios; establecer piadosas cofradías; fundar hospitales públicos y hospicios para enfermos; aliviar a los pobres, no sólo con las rentas eclesiásticas sino más frecuentemente con dinero propio; partir el pan delicioso de la palabra evangélica para las almas hambrientas; reunir tanto concilios provinciales como sínodos diocesanos; publicar las leyes surgidas en unos y otros; administrar él mismo los sacramentos de la confirmación; practicar las ceremonias de la Iglesia; ser asiduo en todos los oficios divinos y realizar sin nunca cansarse todas las funciones del sagrado ministerio; tal era su plan de vida, tal fue siempre su práctica. Por todo esto, finalmente, se distinguió tanto que pueden encontrarse pocos con los cuales compararlo, tal vez ninguno que haya igualado su gran piedad y celo en todo lo que respecta al culto y servicio divino” (De servorum Dei Beatificatione, t. III; Bolonia, 1737).

Muerto Inocencio XIII, fue clausurado el cónclave el 20 de marzo de 1724, participando en él cincuenta y tres de los sesesnta y seis cardenales que contaba el Sacro Colegio. Entre los electores estaba el arzobispo de Benevento. El 29 de mayo siguiente, habiendo obtenido los votos necesarios, el cardenal Vincenzo Maria Orsini se convirtió en el nuevo Papa. En un principio rehusó la elección, de modo que los cardenales tuvieron que hacer entrar en el cónclave al maestro general de los dominicos para convencerlo de aceptar la tiara, lo cual hizo bajo santa obediencia. Como ya hemos dicho quiso tomar el nombre de Benedicto XIV, pero le dijeron que no era posible porque equivaldría reconocer la legitimidad del Papa Luna. Fue coronado por el cardenal proto-diácono Benedetto Pamphilij el 4 de junio de 1724, y tomó posesión de la basílica patriarcal de San Juan de Letrán el 24 de septiembre del mismo año. A los 76 de su edad, Benedicto XIII era un hombre fatigado, aunque ni aún sobre el trono de Pedro quiso desentenderse de Benevento, que visitó en 1727 y 1729, reteniéndola hasta su muerte, caso rarísimo en la Historia de los Papas. Como Romano Pontífice hubo de sufrir las disputas teológicas entre jansenistas y jesuitas en torno a la famosa bula Unigenitus (1713) de Clemente XI. Llamado el Papa a dirimir la cuestión, usó de moderación y discreción, pero no contentó a ninguno de los bandos. Los jansenistas le acusaban de favorecer a los jesuitas y éstos de que, siendo dominico, debido a la tradicional rivalidad existente entre las dos órdenes, era un juez parcial.

Ni aun sobre el solio abandonó su ascetismo dominico, mostrándose humilde en medio de los fastos de la corte pontificia, que procuró limitar. Se preocupaba seriamente del estado del clero romano, no tan mundano ni aseglarado como el de los tiempos renacentistas aunque tibio y conformista. Quiso aplicar el mismo método empleado en Benevento de reunir sínodos y convocó uno de toda la provincia romana. El concilio se inauguró el 15 de abril de 1725 y duró un mes, constituyendo uno de los mayores acontecimientos en los anales de la Iglesia de la Edad Moderna. Las deliberaciones se recogieron en 32 capítulos, que contenían puntos dogmáticos y medidas disciplinares acordes con la época. Aunque el Papa quería que este tipo de reuniones fuera periódico, no se volvió a reunir un sínodo romano hasta 1960 (convocado por el beato Juan XXIII como un ensayo del Concilio Vaticano II). En todo ese lapso, la provincia eclesiástica romana se gobernó por las sabias disposiciones del sínodo de 1725. Ese mismo año fue de jubileo ordinario, el cual fue muy concurrido y constituyó para el Santo Padre un gran reconforto en medio de las dificultades del gobierno de la Iglesia universal, en el cual no tuvo tanta fortuna como en el de su arquidiócesis beneventana.

Benedicto XIII reunió doce consistorios a lo largo de su pontificado, creando en total veintinueve cardenales, la mayoría de ellos prelados dignos y observantes. Pero hizo una elección desgraciada al dar la púrpura a Niccoló Coscia, a quien había conocido y favorecido en Benevento, llevándolo consigo como conclavista en 1724. Coscia abusó de la confianza ciega que había depositado en él el Pontífice, engatusado por la astucia del favorito. Usó de su preeminencia en la Curia Romana para satisfacer sus ambiciones y puso en entredicho el buen juicio de su favorecedor con sus escándalos, a los que éste permanecía ciego. Ni siquiera la protesta abierta de los demás cardenales pudo desengañar al anciano Benedicto, de quien se decía que “tenía la simplicidad de la paloma, pero no la astucia de la serpiente”. El poder otorgado al cardenal Coscia es un baldón del pontificado, pero, como muy bien ha declarado recientemente el cardenal Angelo Amato: “No se pueden imputar al Papa Orsini, totalmente absorbido por su acción pastoral, eventuales culpas de sus colaboradores, en los cuales había puesto su confianza”. Y es que el buen pontífice desconocía los manejos políticos y carecía de malicia.

Benedicto XIII canonizó a Toribio de Mogrovejo, segundo arzobispo de Lima y artífice del Concilio III Limense (por el que se gobernó la Iglesia en la América Española durante tres siglos), tan afín al Papa; a Jácome de la Marca, compañero de San Bernardino de Siena; a la mística dominica Inés de Montepulciano; al fraile seráfico Francisco Solano, apóstol de las Indias; al Pellegrino Laziosi di Forti, a Juan de la Cruz, el compañero de andanzas de Santa Teresa de Jesús; a Luis Gonzaga y Estanislao de Kostka, jesuitas propuestos como modelo de la juventud; a la penitente Margarita de Cortona; a Juan Nepomuceno, el mártir del sigilo sacramental; a Wenceslao de Bohemia, y a Gregorio VII, el gran defesnor de los derechos de la Iglesia. Beatificó a Jacinta de Mariscotis, Fidel de Sigmaringa y Pedro de Bethancourt. En 1726 introdujo el nombre de San José en las Letanías de los Santos, contribuyendo así a extender el culto al glorioso patriarca. En el plano cultural, coronó con el laurel en el Capitolio al poeta Bernardino Perfetti, habilísimo improvisador, miembro de la Arcadia. La ceremonia no se veía desde los tiempos de Petrarca.

El papa Orsini era devotísimo y amante de la sagrada liturgia. No faltaba nunca a una función sacra, especialmente si se trataba del culto al Santísimo Sacramento, que, contrariamente a la costumbre de llevarlo arrodillado mientras era transportado por los sediarios, prefería hacerlo a pie con la máxima humildad. Era exacto en el cumplimiento de las rúbricas y con más de 80 años se mostraba infatigable en el desempeño de su oficio de liturgo. Solía decir que “un papa debería morir con el pluvial puesto”. La muerte casi lo sorprende de esta manera, pues saliendo de una ceremonia se sintió mal y, tras guardar sólo dos días de cama, murió el 21 de febrero de 1730, siendo sepultado en la cripta de la Basílica Vaticana el día 25. Tres años más tarde, se trasladaron sus restos a la iglesia dominica de Santa Maria sopra Minerva, donde su familia hizo erigir un monumento fúnebre –obra de Pietro Bracci sobre diseño de Carlo Marchioni– tan suntuoso como humilde había sido aquel a quien estaba dedicado. El proceso de su beatificación fue abierto en Tortona en 1755, pero se estancó. Volvió a revivir en 1931, pero la consideración de la inmoralidad del cardenal Coscia hizo que se cerrara en 1940. El 17 de enero de 2004 fue reabierto y, como anuncia el excelente blog La Buhardilla de Jerónimo, parece que esta vez avanza. Dios quiera que podamos pronto invocar a Benedicto XIII (el italiano), aunque el aragonés también es “santo de nuestra devoción”.