martes, 19 de enero de 2010

SACRAMENTOS




Sacramentos:

Reglas para recibirlos dignamente.

Es indudable, si no queremos cerrar los ojos a la misma luz, que de cuantos medios tiene la Iglesia para santificar a los fieles, ninguno es más compendioso y eficaz, ninguno deshace tanto los ardides del enemigo, como el acercarse a menudo y con fervor a la sagrada Eucaristía. Aquí tiene el idiota, maestro que le enseñe; el enfermo, médico que le cure; el desamparado y perseguido, padrino y abogado que le defiendan. Este es pan Angélico que hace castos y vírgenes; maná sabroso que alimenta;bálsamo que suaviza; y no uno que otro arroyo,como en los demás sacramentos, sino la fuente de toda gracia y santidad. Una sola confesión y comunión bien hechas bastarían para santificar el alma.Pues ¿ de dónde nace que,recibiendo tantos cristianos los Sacramentos de la Penitencia y Eucaristía, se hallen, no obstante, llenos de defectos y vicios? Esto proviene en unos de que se acercan raras veces; y en otros de que lo hacen con espíritu disipado y con el corazón apegado a varias aficiones y faltas,de que siempre se acusan,y nunca se corrigen. Pero, como el más peligroso y funesto de cuantos lazos puede el demonio tender a un alma, es el alejarla de los Sacramentos, o hacer que los reciba indignamente,por esto conviene observar los avisos siguientes.
1. Confiesa y comulga a menudo; cada ocho días, si puedes; y cuando no una vez al mes; o por lo menos cuatro o seis veces al año, si de veras quieres salvarte.

¡Que locura comulgar muy de tarde en tarde, de año en año, únicamente por temor a las censuras de la Iglesia, o por el que dirán, poniéndote así al borde del precipicio!

¿ Que criminal se detendría en la cárcel, si pendiera su libertad de la ingenua confesión de su culpa? ¿ Que enfermo rehusaría la salud por lo amargo de la medicina? ¿Que náufrago no alargaría la mano al que se la ofreciese para salvarle?

Pero, Padre, yo no soy digno de comulgar con tanta frecuencia. "Si te preguntan,decía San Francisco de Sales,¿porque comulgas tan a menudo? les dirás que por aprender a amar a DIOS; para purificarte de tus culpas; para fortalecerte contra tu flaqueza, triunfar de tus enemigos y hallar consuelo en las aflicciones. Dos clases de personas, añade el Santo, deben comulgar a menudo: los perfectos porque lo son, y los imperfectos para no serlo: los fuertes para no volverse flacos, y los flacos para hacerse fuertes;el que no tiene negocios, porque está desocupado, y el que lo tiene para acertar en todo".

Hay además dos clases de disposiciones:una que debe tener el que comulga;otra que sería justo tuviese:aquélla consiste en la gracia de Dios, en el ayuno natural,y en tener conocimiento de lo que va a recibir. La otra conducta de vida ajustada y ejemplar, y una inocencia de costumbres que respire virtud y santidad.¿No es así la tuya? ¿ está distante de serlo? Detesta, pues,las culpas graves en el Sacramento de la Penitencia:y penetrado de un vivo dolor de haberlas cometido,trabaja en librarte de toda afición a los pecados leves, y en desprender el corazón de las criaturas;y llégate con humilde confianza a la sagrada Comunión.

2.Para evitar otro escollo más funesto que el pasado,cual sería el de familiarizarte con tan alto Sacramento,y recibirlo por rutina y vanidad, o sin las debidas disposiciones, no comulgues, generalmente hablando,más de tres o cuatro días a la semana: a no ser que el confesor vea tan mortificadas tus palabras, tan unidas con Dios tu alma,y tan solícita en evitar toda falta voluntaria,que te juzgue digno de comulgar más a menudo,y puedas hacerlo sin faltar a tus obligaciones.

3.Para sacar de la Comunión el fruto correspondiente, piensa de antemano en la grande obra que vas a ejecutar.¡Obra prodigiosa en la que debes ocuparte!No vas a hospedar a un hombre, ni a un rey de la tierra, sino al mismo Dios. Lejos pues,de disiparte con visitas frívolas y conversaciones profanas, mortifícate en algo, y adorna tu alma con fragantes flores de virtudes...¡Que dicha tan grande la mía! ¿Mañana voy a recibir a mi DIOS y Redentor! ¡Mañana el Rey de cielos y tierra se aposentará en mi corazón, para fijar en mi sus delicias y enriquecerme con sus tesoros infinitos!

4.Confiesa con el mismo cuidado que si fuese aquella la última confesión de tu vida...¿Y quién sabe si lo será?


EXAMEM DE CONCIENCIA

Registra con sosiego los senos de tu corazón, indagando las culpas cometidas;mas no con afán congojoso,que esto fuera hacer odioso el Sacramento de la Misericordia, sino con la misma diligencia que pondrías en un negocio de entidad:y esto basta.Y como Dios es el Padre de las luces, dile con profunda humildad: "Dios mío, quisiera confesarme bien;quisiera descubrir toda mi conciencia al confesor,ministro y representante vuestro en la tierra, pero me falta luz para conocer mis pecados, memoria para acordarme de ellos,discernimiento y valor para acusarlos con distinción,claridad y sencillez.Alumbra, pues,mi entendimiento, oh, Espíritu divino, con tu soberana luz , para que conozca el abismo de mi ingratitud, y, conocido,lo manifieste enteramente al confesor, detestando mis culpas con el más vivo arrepentimiento".
Examina luego la conciencia discurriendo por los mandamientos de Dios y de la Iglesia. Mas no caigas en el error de muchos, que,habiéndose examinado y acusado de alguno que otro pecado, creen haber hecho una buena confesión. Repasa muy especialmente las obligaciones de tu estado: pues acaso más almas se condenan por pecados de omisión, que por otras malas obras. Por esto,sin dejar los deberes comunes a todo cristiano.

¿Cuánto tiempo hace que se confesó?
¿Dejó de confesar alguna falta grave por vergüenza, malicia u olvido?
¿Cumplió la penitencia?

Ver todos los mandamientos, anotando las faltas cometidas.

PARA GLORIA DE DIOS.

El examen también sobre los deberes propios de cada estado.

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