¡HOLA, Lirio Blanco, de la Trinidad siempre pacífica y gloriosa!
¡Salve, Rosa Vermellón, el deleite del Cielo, de quien nació el Rey del Cielo y por cuya leche fue alimentado! Alimenta nuestras almas con las efusiones de tus influencias Divinas.
Te doy todo yo mismo, y para mostrar mi devoción a ti, te consagro mis ojos, mis oídos, mi boca, mi corazón, todo mi ser. Por tanto, oh Madre amorosa, como yo soy tuyo, manténme, defiéndeme, como tu propiedad y posesión.
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